ENERO-FEBRERO 1992.NUEVO GOLPE MILITAR


Como ya hemos visto, después del golpe de 1965, el nuevo régimen hace de la mistificación y el engaño su mejor arma para legitimarse internacionalmente usurpando la propiedad de la pasada lucha de liberación nacional y de la revolución autonombrandose continuador de ese proceso, una vez eliminados "desviacionistas pequeño burgueses y anarquizantes". La nueva acción dirigida por los militares argelinos en Enero de 1992 la pretendieron camuflar de "proceso de corrección democrático ante el peligro que se le avecinaba a la patria si los islamistas alcanzaban el poder".

Pero el 12 de Enero de 1992, cuando Chadli Bendjedid aunciaba por la pequeña pantalla su "dimisión" y el gobierno suspendía al día siguiente la segunda vuelta de las elecciones legislativas que se debieran celebrar ese mismo mes, no fue más que la señal para todos y todas las argelinas de algo ya conocido; el inicio de un nuevo golpe de Estado militar del más viejo y rancio estilo. Ahora la coyuntura internacional hacia necesaria una nueva puesta en escena ante unos apoyos claros y unanimes, sólo hay que remitirse a las declaraciones de los gobiernos español, frances y portugues, especialmente de los dos primeros, principales valedores de Argelia ante la CEE, teorizando y haciendo prestigitaciones politicas sobre "el mal menor" para justificar el golpe militar. Un Occidente a la busqueda de un sustituto al fanstasma del comunismo y que lo había encontrado en el llamado movimiento islamista internacional.

A la Unión Europea, cuando Argelia inició sus primeros pasos hacia el más serio proceso de democratización intentado y habido en todo el Magreb en el año 1990, le pareció una iniciativa excelente pues además ello iba a compañado de "la profundización (mayor protagonismo del FMI en la politica económica del país) de la perestroika " o Infitah argelina; así cuando se convocaron las primeras elecciones libres de los últimos 25 años, en las que ya se anunció la participación del Frente Islamico de Salvación (FIS), no hubo ningún reparo ni preocupación por ello. Todo estaba bajo control, al fin y al cabo los organizadores del proceso de reformas y del proceso electoral eran los mismos que detentaban el poder desde las dos ultimas decadas.

En el contexto político interno la liquidación del proceso iniciado por Chadli Bendjedid era un freno a las reformas políticas y a la democratización del país si bien ya no lo sería tanto para la adopción de un modelo económico neoliberal de la mano del FMI. Para esta nueva situación los militares tuvieron como teloneros más llamativos a las fuerzs políticas que en las elecciones municipales del 90 y en el primer turno de las legislativas del 91 habían cosechado un estrepitoso fracaso: ¡Qué casualidad!, especialmente el PAGS (en las legislativas ni se presentó), partido comunista rebautizado como ATTAHADDI y fiel representante de la escuela moscovita de los años 50, y el RCD (Reagrupamiento por la Cultura y la Democracia) partido laico radical dirigido por el psiquiatra kabil Said Saadi acompañados de sus respectivas "organizaciones de masas".

El entusiasmo de ambas fuerzas políticas ante el nuevo golpe militar asi como el de ciertas asociaciones feministas y de ciertos intelectuales era el resultado, una vez más, del analisis vanguardista y elitista sustentado en el miedo a que las ideas, tras la desacreditación sufrida por el socialismo y el laicismo entendido como modernización occidental, que habían cuajado entre la mayoría de la población se encontraban en las antípodas de las suyas. De esta manera, sin legitimidad - ni via electoral ni social - los militares, sectores de la nomenklatura del FLN y los citados partidos laicos revistieron la nueva dictadura de una legitimidad histórica que se llamó Mohamed Budief. Al viejo lider de la independencia que llevaba casi 30 años de exilio en Marruecos se le propuso presidir la nueva Junta Civico-Militar pero sin concederle carta blanca, su voluntad real de acabar con la corrupción le llevó a tocar el " intocable " núcleo duro del régimen, que decidió eliminarlo mediante el atentado que le costó la vida el 26 de junio de 1992, a manos de un miembro de la seguridad militar; tres meses antes en ese mismo año mandó arrestar al general Belusif, ex-secretario del Ministerio de Defensa y a otros dos oficiales acusados de malversación de fondos por una cuantía de 760 millones de pesetas.

Pero un análisis menos interesado y emocional de la situación les hubiera dado como resultado que la tan temida marea islamica una vez en el poder, tras su segura y absoluta victoria en la segunda vuelta de las legislativas, habría perdido parte de su credibilidad popular debido a: las limitaciones propias de su inexperiencia en la gestión gubernamental, las condiciones impuestas por el endeudamiento exterior y los condicionamientos que supone la necesidad de seguir vendiendo gas y petróleo a los mismos acreedores internacionales, más el marcage que de cerca les hubiera sometido un Ejército claramente hóstil. Muy probablemente para el interés general del pueblo argelino la no suspensión del proceso democrático y de las elecciones legislativas del 91 hubiera sido una mejor receta que la aplicada, finalmente comprobada como peor remedio que la supuesta enfermedad a curar.

Un dato importante que voluntaria o involuntariamente ha escapado a los analistas del conflicto argelino, es que el inicio de la violencia generalizada en el pais no tuvo lugar inmediatamente después del 12 de Enero cuando el Ejército obliga a dimitir al entonces presidente Chadli Bendjedid y se anuncia la interrupción del proceso electoral, en esos momentos hay pronunciamientos públicos de la dirección del FIS a sus militantes para que conserven la calma y respeten la legalidad. Por el contrario es la decisión, mes y medio después, tras negociaciones subterráneas e indirectas frustradas, de ilegalizar al partido islamista cuando se inicia la espiral de acción-represión generalizada consecuencia del desequilibrio que ésta decisión comporta en el seno del movimiento islamista, favoreciendo a los que hasta ese momento eran minoritarios y postulaban por la necesidad de utilizar la lucha armada para conquistar el poder, frente a la mayoría del movimiento que habían apostado, hasta entonces con éxito, por una estrategia institucional.

anterior    siguiente