OCTUBRE DE 1988

RAZONES Y CONSECUENCIAS


En este contexto de agitación social y de luchas intestinas en el poder, hasta ese momento más o menos bien solventadas gracias a la habilidad y sobre todo pragmatismo del presidente Chadli Bendjedid, el FLN aparece sin ambigüedades como lo que siempre fue en esencia desde 1965, un instrumento político al servicio del Ejército, una nave vacía manejada por éste. Las élites politicas en el gobierno deben recibir la legitimización del ejército y no de la sociedad.

Esa habilidad y pragmatismo de Chadli Bendjedid le hacen nadar entre aguas turbulentas pero imponiendo en definitiva sus reformas sin tocar los cimientos del régimen, los ministros, los coroneles, los altos funcionarios del Estado y del FLN, totalmente implicados en la corrupción o en la malversación de fondos públicos, permanecen impunes. Hay que tener en cuenta el hecho de la existencia de una verdadera casta, por encima de la sociedad dentro de la jerarquía militar, columna vertebral del sistema.

La burguesía de Estado, la tecnocrácia, las altas esferas burocráticas, los usureros, constituyen junto a los jefes militares, una especie de primera "familia" cuya misión consiste en dirigir las capas populares concebidas como una masa indiferente y brutal. " A imagen de todas las capas dominantes de la Historia, la burocracia argelina se eleva por encima del pueblo utilizando la acción policial, la corrupción y el terror, al mismo tiempo que oculta la realidad bajo un discurso mistificador y falso. Su convicción sobre la incapacidad del pueblo para dirigir sus asuntos es la piedra angular de su ideología. La omnipotencia de los jefes sobre los cuadros tiene por contraparte aquella de los cuadros sobre el pueblo", declarará Mohamed Harbi.

La ruptura entre la sociedad civil y el poder, latente desde 1965, estaba consagrada desde hacía varios años, incluso cuando Bumedian estaba en vida; hubo experimentos en particular con los comunistas del PAGS (hoy ATTAHADI-desafío) prosoviético que no consiguieron más que mantener la confusión y demorar la confrontación social.

Mientras las rentas generadas por el petróleo y el gas fueron lo suficientemente amplias como para reforzar la burocracia militar y política y al mismo tiempo dotar de recursos minímos a las capas medias y populares, el equilibrio social pudo mantenerse sin hacer demasiado evidente el talante represivo y autoritario del régimen de forma permanente; pero con la disminución del precio internacional de los hidrocarburos y el agotamiento del proyecto autoritario de socialismo bumedianista, la crisis golpea a todas las capas sociales: desde las capas medias hasta los habitantes de los suburbios, comenzando a revelarse la existencia de una mayoría de población excluida de toda actividad económica, marginada políticamente y humillada culturalmente. La crisis evidenciará igualmente la debilidad de la base social del Ejército y la incapacidad de éste para seguir asegurando el control social sobre la población.

Las grandes esperanzas económicas que el régimen había puesto en la industrialización daba los siguientes resultados en 1982: " La unidad GNL de Arzew evaluada inicialmente en 540 millones de dólares ha sido terminada con casi tres mil millones de dólares; la unidad electrónica -Gran Público- de Sidi Bel Abbes sobrepasa los 500 millones de dólares; las fábricas de cemento han sido realizadas a un costo dos veces superior a la evaluación inicial. La unidad de compresores (confiada a Inguersel-Rand) está en su séptima acta adicional del contrato y sufre terribles dificultades así como enormes sobrecostos. La mala elección de los emplazamientos para la implantación de ciertas unidades industriales nos causa serios problemas y nos obliga a abandonar las obras después de haber invertido sumas apreciables..." Este era el balance que hacía el, por aquel entonces, Ministro de Finanzas Sr. Hadj Yala en una conferencia para tecnocratas y burocratas del aparato del Estado argelino.

La contestación popular frente a esta situación se expresa mediante revueltas populares en las principales ciudades del país durante toda la decada de los años ochenta, en Orán los manifestantes, en su mayoría jóvenes, se lanzan contra los símbolos ostentatorios del régimen. " Una masa que asume la cotidianidad", el agua que escasea o inexistente, la escasez de garrafas de gas durante el invierno, un edificio que se derrumba por falta de mantenimiento y otros miles de motivos para la protesta. Pero en realidad sobre todo es una voluntad de "existir, de ser", dentro de ese mar de incertidumbres cotidianas, lo que se manifiesta por encima de éstas.

La reivindicación de la especificidad cultural desempeña entonces una función de integración de todos los aspectos de la contestación, superándolos a todos ellos y elevando el nível de la crítica al terreno de los fundamentos y los principios de la sociedad y el Estado. La aculturación y el mimetismo dentro de las normas de consumo, la marginación y desprecio a los valores propios, las distorsiones generadas por un modelo extraño de desarrollo, generarán un fortalecimiento de la reivindicación identitataria ligada a la fe religiosa y a la cultura.

En la primavera de 1980 ya se había manifestado un amplio movimiento en la región bereber de la Kabilia en defensa de la lengua amazhigt como legítima aspiración comunitaria de carácter etno-cultural. Pero el antagonismo menos reductible opondrá por un lado, a los partidarios de una ruptura con los esquemas y tópicos extraños -esquemas cuyo rol de desintegración de los valores autóctonos vienen a perpetuar las relaciones de explotación- y por otro lado, a la casta dirigente cuya función principal es la de reproducir ésta contradicción, claramente percibida por la población, a costa de su permanencia en el orden mundial establecido por las potencias occidentales.

Así pues, hundimiento político y económico caminan juntos y el mito de la Argelia "modelo de industrialización autocentrado e independiente, desafío para Occidente" se desenmascara como un verdadero fiasco; ni había desafío a Occidente, pues lejos de ser una creación propiamente argelina emanada de un proceso histórico interno, la estrategia industrial fue elaborada por economistas franceses y americanos; ni la independencia económica era tal, pues su dependencia del exterior desde hacía ya tiempo era asfixiante, en todos los niveles.

Hay que destacar que en el período que va de 1985 a 1988, el equipo del presidente, consciente del colapso del régimen, empieza a apostar públicamente, y al precio de serios debates y de descalificaciones desde el seno del aparato FLN-Ejército, por una serie de reformas en línea con lo que se ha llamado "liberalismo específico". Ch. Bendjedid apostará sin ambigüedades por una vía de desarrollo neoliberal que entierre definitivamente el cadaver aún embalsamado de la "opción socialista del régimen heredero de la gran obra del coronel Bumedian". A través de discursos oficiales, en la prensa, en reuniones de las altas esferas económicas, las tesis neoliberales son lanzadas, martilleadas constantemente y las palabras maestras del nuevo discurso comienzan a ser: rentabilidad, espíritu competitivo, liberalización, iniciativa, libre empresa, sector privado, frente a las anteriores de planificación, socialización y sector público, desacreditadas por la ineficacia y la burocratización estatal. Eran los primeros pasos de lo que después se llamará infitah o perestroika a la argelina dentro del proceso de reformas políticas y económicas de los años 90.

Era un proceso que no sólo vivía Argelia, sino que era común a todos aquellos régimenes que tras una generación de independencia debían de afrontar un crecimiento demográfico que situaba muy a menudo a la juventud en un 70% del total de la población, quien también deseaba beneficiarse de los recursos sociales que la generación precedente obtuvo: vivienda, educación, trabajo, sanidad. Igualmente la emigración, el flujo turístico y las antenas parabólicas, junto con el surgimiento en sus propias sociedades de una burguesía chik, minoritaria pero aparatosa, hace crecer el deseo de participar de esa riqueza que contemplan tan provocativamente.

Por lo tanto los dirigentes son conscientes de que ya no poseen los medios de satisfacer las necesidades de la población en el marco del capitalismo de Estado y de la planificación autoritaria, pero si la planificación económica se ha demostrado inútil, el "liberalismo salvage", que se pretenderá instaurar en el futuro levantará nuevas tensiones sociales; no hay que olvidar la existencia en esos días de una reglamentación laboral protectora de ciertos derechos de los trabajadores, conquistados a la sombra de la revolución anticolonial.

Era ésta la situación de Argelia a finales de los ochenta cuando se estaban haciendo planes desde el gobierno para una apuesta clara por la perestroika, contando con el apoyo internacional de Occidente mediante el Fondo Monetario Internacional; durante los primeros días del mes de octubre de 1988 se produce una verdadera insurrección popular en las principales ciudades de Argelia dirigida fundamentalmente por los jóvenes. Este hecho conmocionó y marcó profundamente el futuro de la sociedad argelina; se evidenció por primera vez el carácter y amplitud de un descontento popular que hizo tambalear el poder político. La brutal intervención del ejército asesinando a cerca de medio millar de jóvenes manifestantes, asi como los millares de detenidos y las decenas de desaparecidos, junto a la declaración del estado de urgencia fue el metodo empleado por el régimen para acallar una protesta que duró cerca de cuatro días; pero muy al contrario no lograron eliminar al más que nunca fortalecido movimiento islámico que pudo capitalizar y canalizar la ira popular, y como se ha dicho juvenil.

Como la revolución rusa no fue obra de los bolcheviques sino de los trabajadores, la insurrección de octubre de 1988 fue ante todo la revuelta de la juventud argelina contra las paupérrimas condiciones de vida que 23 años de dictadura militar les ofrecían. Al mismo tiempo, por su número, por sus redes sociales alrededor de las mezquitas, por su organización disciplinada y como si obedecieran las ordenes de un comité central clandestino, los islamistas aparecieron como el único movimiento político capaz de movilizar a sus militantes y de influir sobre el curso de los acontecimientos; se autoproclamarán representantes de los insurrectos y se impondrán como los futuros dirigentes del movimento social de protesta, y porqué no decirlo de un amplio movimiento que favorecerá la apertura democrática.

Por su parte el régimen después de hacer hablar a las metralletas quiere contener y encauzar una insurrección espontánea, incontrolada y muy violenta contra todo símbolo de riqueza y lujo del Estado argelino; quiere tener a alguien enfrente identificable y con quien negociar. Abassi Madani, profesor y predicador, Ali Belhadj joven profesor e iman de una mezquita del Argel popular y Mahfoudh Nahnah, profesor y predicador también, son recibidos por el presidente Chadli Bendjedid y consagrados de esta manera lideres del movimiento islamista, aún organizativa y políticamente incipiente, y de forma indirecta de la protesta. Los tres ya conocían la prisión.

Representaba la primera gran victoria de un movimiento político-religioso que comenzaba a organizarse y a sentar las bases de su hegemonía como contrapoder al FLN y al Ejército argelino.

Sobre las revueltas del 5 al 10 de octubre del 88 se hicieron en Argelia diversas conjeturas concernientes a la paternidad de la espontánea insurrección: que si los sindicalistas del PAGS, que los bumedianistas del Ejército, que la fracción conservadora del FLN o el propio presidente, que deseoso de acelerar el proceso de reformas y entorpecido constantemente por los otros polos de poder, tendría así la excusa para impulsar la perestroika argelina o infitah y neutralizar a sus adversarios. Si ésta última fuera la hipótesis más cercana a la realidad (la polícia argelina al contrario del Ejército no actuó en la represión ) tuvo un error de calculo en cuanto a infravalorar el grado de descontento popular y el papel de los islamistas "a posteriori" de la revuelta.

Lo único cierto es que después de octubre del 88 nada volverá a ser igual por mucho tiempo en Argelia, ni en el plano político ni en el subconsciente de la gente, el Poder salía tocado del embite y el pueblo argelino tomó conciencia, especialmente la juventud, de su propia fuerza.

anterior    siguiente