DOCUMENTO 2 DE LA ACUSACIÓN


Artículo de prensa del Harper's Magazine de agosto de 1992, donde se muestra una ficha salarial de una trabajadora indonesia.

EL TALÓN DE AQUILES DEL LIBRE COMERCIO

Los beneficios de la Nike descansan sobre las espaldas de trabajadores asiáticos, por Jeffrey Ballinger.

Se llama Sadisah, y estamos seguros de que nunca ha oído hablar de Michael Jordan. Tampoco se pasa las tardes viendo a Jordan y a sus colegas olímpicos deslizándose sobre la pista y apareciendo en horario de máxima audiencia en Barcelona. Pero sí ha oído hablar de la compañía de calzado para la que trabaja: la Nike, cuyo logotipo se puede ver en las zapatillas deportivas y uniformes de bastantes atletas olímpicos norteamericanos este verano. Al igual que Jordan, Sadisah trabaja para la Nike. Sin embargo, no la veréis en las impresionantes imágenes de la televisión mostrando la libertad y el individualismo que nos ordena el eslogan publicitario: JUST DO IT! -pero gastando más de 17.000 pesetas en un par de zapatillas de baloncesto. Pero Sadisah es, de hecho, una de las personas que realmente "lo hacen"; es decir, ella las fabrica y se gana la paga en una fábrica de Indonesia.

El salario de Sadisah es de 2.100 rupias indonesias, unas 130 pesetas diarias. Esta cifra, que supone 18 pesetas por hora, es menor que la cifra establecida por el Gobierno Indonesio para cubrir las "necesidades físicas mínimas". Un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo encontró que el 88% de las mujeres indonesias con un salario similar al de Sadisah sufren de malnutrición. Y la mayor parte de los trabajadores en esta fábrica (más del 80%) son mujeres. Con escasas escuelas de educación elemental, los trabajadores de estas fábricas son generalmente adolescentes o jóvenes veinteañeros que provienen de zonas agrícolas y han ido a la ciudad en busca de trabajo y de una vida mejor. El salario de Sadisah le permite alquilar una chabola sin electricidad o agua corriente.

Sadisah y los otros trabajadores de la fábrica están obligados a hacer horas extras, tanto por necesidad económica como porque se lo mandan los patronos. Se calcula que cada línea de producción de 115 trabajadores tiene que producir una media de 1.600 pares de zapatos Nike al día. Sadisah trabajó 63 horas extras, por las que recibió menos de 3 pesetas por hora extra trabajada. En esta fábrica, que produce las Nike de precio medio, cada par de zapatillas requiere 84 horas de trabajo de una persona; trabajando en una línea de trabajo en serie, Sadisah fabricó al día el equivalente a 13'9 pares. El margen de beneficio en cada par de zapatillas deportivas es enorme: un par de zapatillas con un precio de venta de 10.000 pesetas ha tenido un coste en salarios para fabricarlo de aproximadamente 16 pesetas.

Sadisah trabaja seis días a la semana, diez horas y media al día, por una paga equivalente a 4.850 pesetas (más o menos la mitad del precio de venta de un par de las zapatillas deportivas que fabrica). Los defensores de la economía global y el libre mercado argumentan que la creación de empleo en todo el mundo promueve el libre comercio entre los países en vías de desarrollo y los países industrializados. ¿Pero cuántos productos occidentales puede comprar la gente de Indonesia si no tienen suficiente ni para comer?
La respuesta no se encuentra en los anuncios de la Nike por televisión en los que aparece Michael Jordan volando sobre la tierra para ganarse su ficha salarial de 20 millones de dólares, un salario que al ritmo de cobro de Sadisah le costaría 44.492 años ganar.

En 1980, la compañía Nike, con sede en Oregón, cerró su última fábrica de calzado en EEUU, la de Saco (Maine), mientras establecía la mayoría de sus nuevas fábricas en Corea del Sur, donde la Indonesian & Company* tiene su sede. Indonesian & Company es uno de los muchos productores independientes que la Nike ha contratado. Estas acciones de la Nike forman parte de la tendencia "globalizadora" que ha hecho perder a EEUU, entre 1982 y 1989, 65.300 puestos de trabajo en la industria del calzado, a medida que las empresas buscaban trabajadores del Tercer Mundo que no estuvieran organizados sindicalmente y con sueldos menores a una media de 6'94 dólares la hora. Pero a finales de los años ochenta, los trabajadores surcoreanos consiguieron el derecho a formar sindicatos independientes y el derecho a la huelga. Y la subida de los salarios ha comprometido los beneficios de la Nike. La compañía trasladó sus fábricas a países más pobres, como Indonesia, donde los derechos laborales son generalmente ignorados y donde los salarios son siete veces más bajos que los surcoreanos. (La fábrica de la Indonesian & Company y otras similares están situadas en Tangerang, una tétrica ciudad en el extrarradio de Yakarta). Actualmente, para fabricar 80 millones de pares de zapatillas al año, la Nike contrata a una docena de fábricas, seis en Indonesia y el resto en China, Malaisia, Tailandia y Taiwán. Trasladando las fábricas a zonas con salarios más bajos, la Nike ha conseguido crecer año tras año: en 1991 la compañía declaró más de 3 billones de dólares en ventas (de los cuales 200 millones de dólares fueron a parar a Michael Jordan), y declaró un beneficio neto de 287 millones de dólares, su mayor beneficio en toda su historia.

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