Poemes escrits per nens i nenes iugoslaus: "Sueño con la paz".
UNICEF. París, UNICEF/Folio, 1994




Ivana, 11 años, de Cepin

Detened la guerra y la lucha
por la sonrisa de un niño.
Detened los aviones y los autobuses
por la sonrisa de un niño.

Detened todos los tanques
por la sonrisa de un niño.
Detened todo lo que mata y destruye
por una sonrisa de felicidad en la cara de un
niño.




Alik,13 años, refugiado

Los soldados nos ordenaron que saliéramos de nuestra
casa y luego la incendiaron. Después nos subieron a
un tren y ordenaron a los hombres que se echaran en
el suelo.

Eligieron a los que iban a matar. Señalaron a mi tío y
a un vecino. Luego los ametrallaron. Después
metieron a las mujeres en los vagones delanteros del
tren y a los hombres en los de atrás. Cuando el tren
comenzó a moverse, desengancharon los vagones
traseros, y sacaron a los hombres y se los llevaron
a los campos. ­Yo vi todo eso!

Ahora no puedo conciliar el sueño. Hago esfuerzos
por olvidar, pero es inútil. Creo que me será difícil
volver a sentir algo alguna vez.


Roberto, 10 años, de Pula.

Si yo fuera presidente,
los tanques serían casitas para que
jugaran los niños.
Bolsitas de caramelos caerían desde el
cielo.
Los morteros dispararían globos de
colores.
Y en los campos crecerían las flores.

Todos los niños del mundo dormirían en paz,
sin el ruido de alertas y disparos.

Los refugiados volverían a sus hogares.
Y empezaríamos de nuevo.



Lana, 8 años, de Sarajevo

Nos quedarnos cinco meses en casa de mi abuela.
Había muchos bombardeos, ataques aéreos y
alertas generales. Muchos edificios se incendiaron
y en cada casa cayó al menos un obús.

Mak y yo dormíamos en el suelo y mamá y papá
en un sofá. No teníamos mucho para comer, sólo
arroz, espagueti y a veces alubias. No había más
legumbres, solamente un tomate cortado en tres
partes para Mak, Deni y para mi...

Todos perdimos peso, menos Asja. No recibe
ayuda humanitaria alguna, pero se come la
nuestra. Pobrecita, nunca sale a correr, pero al
menos es más feliz que otros perros que han
perdido a sus dueños.



Edina, 12 años, de Sarajevo

En mis sueños camino entre las ruinas
de la parte vieja del pueblo
buscando un pedazo de pan duro.

Mi madre y yo respiramos el humo de la pólvora.
imagino que es el olor de los pasteles, de las tortas y
del kebah.

Suena un disparo en una colina vecina. Nos apresuramos.
Aunque sólo son las nueve bien podríamos estar
corriendo hacia "nuestra" granada.

Se oye una explosión en la calle de la Dignidad.
Hay mucha gente herida:
hermanas, hermanos, madres, padres.

Me acerco y toco una mano herida y temblorosa.
He tocado la muerte en persona.

Aterrada, me doy cuenta de que no es un sueño.
Es sólo un día más en Sarajevo





Nemanja, 11 años, de Sutomore

Te hablo a ti, que fuiste forzado a dejar tu
plaza y tu calle, la casa donde vivías y tu
cuarto de niño.
Así como tú sufres, sufro yo, y tampoco a mis
noches no acude el sueño. Te aseguro que ya
no juego a pelota como antes ni tampoco
canto como solía. He guardado mi bicicleta
y he guardado mi sonrisa. He guardado mis
juegos y también mis bromas infantiles.

¿Será muy larga la espera?. No quiero llegar a
viejo siendo aún un niño y tengo miedo por ti:
miedo de que el lugar donde naciste sea pronto
olvidado. Por todo eso, amigo, bienvenido a
casa. Compartiremos el mar y la belleza de una
tarde de verano. Gozaremos con el canto de
los pájaros y haremos juntos nuestras tareas
del colegio.




Kazimir, 13 años, desalojado

Una granada cayó en nuestro refugio
Tuvimos que caminar sobre los cuerpos
de los muertos para salir. Mientras tanto
los tiradores escondidos disparaban sobre
nosotros.

Mi padre fue uno de los heridos y se lo
llevaron al hospital. No lo hemos visto desde
entonces, pero tengo esperanzas de que
todavía esté‚ vivo, tal vez en uno de los
campos de internamiento.

Trato de no hablar de estas cosas, pero estoy
tan angustiado que no ceso de tener
pesadillas sobre lo que sucedió.



Lepa, 11 años, de Belgrado

No soy una refugiada pero comprendo
el temor y el sufrimiento de los niños.

Mi padre es croata y mi madre serbia, pero
yo no sé qué soy.

Mis hermanos, mis hermanas, mis abuelos,
mis tías y mis tíos están todos en Croacia.
No los he visto desde el comienzo de esta
horrible guerra.

Ha pasado más de un año desde que oí sus
voces por última vez. Y el único lazo entre
nosotros son las cartas, más cartas y sólo
cartas...



Zana, 12 años, refugiada de Breko

Si tan sólo supieras lo que significa
tener a tu padre en la guerra.
Huyes de la miseria, pero la miseria te persigue.

No sabes nada de tu padre, y un día todo
te parece negro y de repente tu padre está en
la puerta. Se queda contigo unos pocos días
y después la felicidad de nuevo se desvanece.

Mi corazón late como un pequeño reloj. Apenas
puedo escribir estas líneas porque mi padre, una
vez más, no está aquí conmigo.




Nedim, 5 años, refugiado

Tenía un triciclo nuevo rojo y amarillo, con un
timbre... ¿Os parece que también habrán
destruído mi triciclo?



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