La observación
de Goldsmith es razonable, por lo menos si convenimos que los hechos son
relevantes para la determinación de la "costumbre y de la práctica”.
Podemos también sostener un verdad trillada: el derecho a la intervención
humanitaria, si existe, debe presuponer la "buena fe" de ésa intervención,
y esa presunción basarse, no en la retórica, sino la experiencia,
en el detalle de su expediente de adherencia a los principio del derecho
internacional , las decisiones de las Cortes y demás.
Eso es
de hecho una perogrullada, por lo menos con respecto a otros. Considérese,
por ejemplo, las ofertas iraníes de intervenir en Bosnia para prevenir
masacres, en un momento en que occidente no permitiría tal intervención.
Fueron desestimados con el ridículo (de hecho, ni se les hizo
caso); si había una razón más allá de la subordinación
de accionar, era porque la " buena fe iraní " no podría ser
asumida.Una persona racional entonces hace preguntas obvias: ¿es
el expediente iraní de la intervención y del terror peor
que el de los E.E.U.U.? Y otras preguntas, por ejemplo: ¿Cómo
debemos evaluar la "buena fe" del único país que vetó
una resolución del Consejo Seguridad que invita todos los estados
a obedecer derecho internacional? ¿Qué sobre su expediente
histórico? A menos que tales preguntas sean prominentes en las agendas
del discurso, una persona honesta lo desaprobará por mera lealtad
a la doctrina. Un ejercicio útil es determinar cuánta literatura,
de los medios de comunicación u otras, sobrevive a las condiciones
elementales, tales como éstas.
(2) ¿Cómo
éstas u otras consideraciones se aplican en el caso de Kosovo?
Ha habido
una catástrofe humanitaria en Kosovo en el último año,
de forma aplastante atribuible a las fuerzas militares yugoslavas. Las
víctimas principales han sido kosovares albaneses étnicos,
un 90% de la población de este territorio yugoslavo. La estimación
estándar es de 2.000 muertos y centenares de millares de refugiados.
En tales
casos, los extranjeros tienen tres opciones:
(I) intentar extender la catástrofe
(II) no hacer nada
(III) intentar atenuar la catástrofe
Las opciones
son ilustradas por otros casos contemporáneos. Sigamos algunos,
aproximadamente de la misma escala, y preguntémonos dónde
cuadra Kosovo en el modelo.
(A) COLOMBIA.-
En Colombia, según estimaciones del departamento del estado, el
nivel anual de las matanzas políticas realizadas por
el gobierno y sus asociados paramilitares, está alrededor del nivel
de Kosovo; y el deplazamiento de refugiados, provocado sobre todo de sus
atrocidades, está bien por encima del millón.
Colombia
ha sido el recipiente occidental principal del hemisferio de armas y el
entrenamiento de los E.E.U.U. Ha aumentado tanto como la violencia en los
' 90s- y esa ayuda ahora está aumentando, bajo el pretexto de “la
guerra de la droga " desprestigiado ante casi todos los observadores serios.
La administración
de Clinton fue particularmente entusiasta en su alabanza al presidente
Gaviria, cuya administración era responsable de "niveles espantosos
de la violencia", según las organizaciones de derechos humanos,
incluso sobrepasando a sus precursores. Los detalles están fácilmente
disponibles. En este caso la reacción de Estados Unidos es (I):
aumentar las atrocidades.
(B) TURQUIA.-
Por muy conservadoras que sean las estimaciones, la represión turca
contra los kurdos el los años 90, cae dentro de la categoría
de Kosovo. Esto se pronunció en el comienzo de los 90. Un índicador
es el desplazamiento de al rededor de un millón de kurdos desde
el campo hasta la capital extraoficial del Kurdistán, Diyarbakir,
de 1990 a 1994, a medida que el ejército turco devastaba el sector
rural. 1994 marcó dos record: fue “el año de la mayor represión
en las provincias kurdas” de Turquía; Jonathan Randall reporta desde
el lugar de los acontecimientos que fue el año cuando Turquía
llegó a ser el mayor importador individual de equipamento militar
estadounidense y además el más grande comprador mundial de
armas”.
Cuando
los grupos de derechos humanos denunciaron el uso de aviones estadounidenses
para bombardear las aldeas, el gobierno de Clinton encontró
rutas para evadir las leyes que imponían la suspensión de
los envíos de armas, muchos de los cuales fueron hechos mediante
Indonesia u otros países.
Colombia
y Turquía explican sus (con apoyo de EEUU) atrocidades, sobre la
base de que están defendiendo sus países del ataque de guerrillas
terroristas, lo mismo que el gobierno de Yugoslavia. De nuevo el ejemplo
ilustra la opción (I): tratar de aumentar las atrocidades.
(C) LAOS.-
Cada año, miles de persona, la mayor parte de los niños y
campesinos pobres, son asesinados en la Llanura de los Estruendos, al norte
de laos, el escenario de los más duros bombardeos sobre blancos
civiles en la historia, aparente y argumentablemente, el más cruel:
los asaltos furiosos de Washington contra una sociedad de campesinos pobres
tuvieron poco efecto para su guerra en la región.
El peor
período fue después de 1968, cuando Washington fue obligado
a entablar negociaciones (bajo presión popular y económica),
terminando los bombardeos regulares de Viet Nam del Norte. Kissinger –
Nixon decidieron entonces cambiar los planes para bombardeos d Laos y Cambodia.
Las muertes vienen de “bombitas”, de pequeñas armas antipersonales,
mucho peores que cualquier mina terrestre: ellas están destinadas
específicamente a matar y mutilar, pues no producen efectos sobre
vehículos, edificios, etc. La llanura fue saturada con cientos de
miles de estos artefactos criminales, los cuales tienen una probabilidad
de no explotar del 20 al 30 por ciento según la empresa fabricante,
Honeywell .
Los datos
indican o un control de calidad notablemente pobre o una racionalizada
política de asesinar civiles por acción retardada. Esta fue
sólo una parte de la tecnología desplegada, la cual incluía
avanzados misiles para penetrar las cuevas donde las familias buscaban
refugio. Actualmente los accidentes anuales por las “bombitas” están
estimados desde centenares, hasta “una tasa anual total nacional de 20.000
accidentes” más de la mitad mortales, de acuerdo con el reportero
en Asia Barry Wain del Wall Street Journal en su edición de Asia.
Un cálculo
conservador es el de que la crisis de este año es por lo menos aproximadamente
comparable a la de Kosovo, pero las muertes están abrumadoramente
más concentradas en los niños, más de la mitad, de
acuerdo con los análisis reportados por el Comité Central
Menonita, el cual ha estado trabajando allá desde 1977 para aliviar
las continuas atrocidades. Ellos han hecho esfuerzos para hacer conocer
y tratar con la catástrofe humanitaria.
El Grupo
de Asesoría sobre Minas (GAM) fundado en Gran Bretaña, está
tratando de remover los objetos letales, pero los Estados Unidos está
visiblemente perdido del puñado de organizaciones occidentales que
han seguido a MAG” -informa la prensa británica- aunque ha aceptado
finalmente entrenar a algunos civiles laosianos. La prensa británica
también reporta con cierta ira, la denuncia de los especialistas
de GAM, según la cual estados Unidos rechaza proveerles con “procedimientos
libre de riesgo para limpiar”, que harían más rápido
y seguro. Esto se mantiene como secreto de estado, al igual que todo el
asunto en los Estados Unidos.
La prensa
de Bangkok informa de una situación muy similar en Kampuchea, especialmente
en la región oriental, donde el bombardeo estadounidense fue más
intenso desde 1969. En este caso la reacción de Estados Unidos es
(II): no hacer nada. Y la reacción de los medios de comunicación
y comentaristas es permanecer callados, siguiendo las normas bajo las cuales
la guerra contra Laos fue declarada una “guerra secreta” – designio bien
conocido pero ocultado- al igual que la cuestión de Camboya desde
marzo de 1969. El nivel de autocensura fue tan extraordinario como el de
la fase actual. La relevancia de este espantoso ejemplo debería
ser obvia, sin comentarios.
Omitiré
otros ejemplos de (I) y (II), los cuales abundan. Y además de mucho
mas serias atrocidades
contemporáneas, tales
como la inmensa carnicería de civiles iraquíes, por medio
de una forma particularmente viciosa de guerra biológica:
“ una alternativa muy dura”, comentó Madeline Albright en la TV
nacional, cuando respondió por su reacción frente a la muerte
de medio millón de niños iraquíes en cinco años,
“pero nosotros pensamos que el precio vale la pena”. Se calcula que actualmente
siguen muriendo 5.000 niños al mes y el precio sin embargo “vale
la pena”.
Estos
y otros ejemplo pueden también permanecer en la mente cuando leemos
la retórica reverencial acerca de como el “alcance moral” del gobierno
de Clinton está últimamente funcionando con propiedad, tal
como el ejemplo de Kosovo lo ilustra.
Precisamente ¿Qué demuestra el ejemplo? La amenaza del bombardeo
de la OTAN, previsiblemete,
condujo a una escalada aguda de atrocidades del Ejército servio
y los paramilitares y a la partida de los observadores internacionales,
la cual por supuesto tuvo el mismo efecto. El Comandante general Wesley
Clark, declaró que fue “enteramente pronosticable” que el terror
servio y la violencia se intensificarían después de los bombardeos
de la OTAN, exactamente como pasó.
El terror
por primera vez llegó a la ciudad capital, Pristina y hay informes
creíbles de destrucción en gran escala de aldeas, asesinatos,
generación de un enorme flujo de refugiados, quizás un esfuerzo
por expulsar a buena parte de la población albanesa – todas unas
consecuencias “enteramente predecibles” de la amenaza y luego del uso de
la fuerza, tal y como el general Clark correctamente observa.
Kosovo
es por consiguiente otra ilustración de (I): tratar de incrementar
la violencia. Encontrar ejemplos de (III) es demasiado fácil, al
menos si mantenemos la retórica oficial. El principal estudio académico
reciente de la “intervención humanitaria”, por Sean Murphy, recuerda
el record posterior al pacto Kellogg – Briand de 1928 , el cual prohibió
la guerra y aun más desde la carta de la O.N.U. la cual fortaleció
y articuló estas medidas.
En la primera fase, escribe, los más prominentes ejemplos de “intervención
humanitaria”
fueron el ataque japonés a Manchuria, la invasión de Etiopía
por Musolina y la ocupación por Hitler de parte de Checoeslovaquia.
Todos fueron acompañados por una retórica humanitaria altamente
elevada y de justificaciones tanto con hechos como con razones.
Japón
fue a establecer un “paraíso terrenal” así como a defender
a los manchúes de los “bandidos chinos” con el apoyo de un líder
nacionalista chino, una figura aún más creíble que
cualquiera que Estados Unidos fue capaz de sucitar durante su ataque sobre
Viet Nam del Sur.
Mussolini
estuvo liberando miles de esclavos y llevó hasta el final la “misión
civilizadora” de Occidente. Hitler anunció la intención
de Alemania de terminar las tensiones étnicas y “salvaguardar la
identidad nacional de los pueblos alemán y checos” en una operación
“llena de fervorosos deseos de servir a los pueblos residentes en el área”
y de acuerdo con su voluntad el Presidente eslovaco solicitó a Hitler
declarar a Eslovaquia un protectorado.
Otro
provechoso ejercicio intelectual es comparar estas justificaciones obscenas,
con aquellas ofrecidas para las intervenciones, incluidas la “intervenciones
humanitarias” en el período post-Carta de la O:N.U. En tal período,
quizá el más obligado ejemplo es la invasión vietnamita
de Kampuchea en diciembre de 1978, finalizando las atrocidades de Pol Pot,
las que luego fueron encumbradas.
Viet Nam alegó el derecho a la autodefensa de ataque armado,
uno de los pocos ejemplos post-Carta en que el argumento es aceptable:
el régimen de los Khemer Rojos (Kampuchea Democrática KD)
estuvo llevando a cabo ataques sanguinarios contra Viet Nam en las áreas
fronterizas. La reacción estadounidense es ilustrativa. La prensa
condenó a los “prusianos de Asia” por sus desaforadas violaciones
de la ley internacional.
Ellos
fueron severamente castigados por el crimen de haber terminado con las
matanzas de Pol Pot, primero con una invasión china (Con apoyo de
EEUU) y luego con la imposición por Estados Unidos de severas sanciones.
Estados Unidos reconoció al expulsado KD como el gobierno oficial
de Kampuchea, a causa de su “continuidad” con el régimen de Pol
Pot, según explicó el departamento de estado. No muy
sutilmente, Estados Unidos apoyó al khemer Rojo para continuar sus
ataques en Kampuchea. El ejemplo nos dice más acerca de la “costumbre
y la práctica” que sostener “el surgimiento de normas legales de
intervención humanitaria”.
A pesar
de los esfuerzos de los ideólogos para probar la cuadratura del
círculo, no son serias las dudas de que los bombardeos de la OTAN
buscan socavar la frágil estructura del derecho internacional. Aparte
de gran bretaña (por ahora actor tan independiente como lo fue Ucrania
en los años pre-Gorvachov), los países de la OTAN fueron
escépticos frente a la política de Estados Unidos y fuero
especialmente incomodados por el “ruido de sables” de la secretaria
de Estado Albright (Kevin Kullen, Boston Globe, feb 22).
Hoy son
los más estrechamente ligados a la conflictiva región, la
mayor oposición a la insistencia de Washington en la fuerza,
precisamente dentro de la OTAN (Grecia e Italia). Francia ha llamado a
una resolución del Consejo de Seguridad
de la O.N.U,. que autorice el despliegue de las fuerzas de paz. Estados
Unidos de plano la rechaza, insistiendo sobre “que posición de la
OTAN deberías ser capaz de actuar independientemente de las Naciones
Unidas”, según explicaron funcionarios del departamento de estado;
Estados Unidos rechazaron permitir que la palabra neurálgica “autorice”,
apareciera en la declaración definitiva de la OTAN, repudiaron conceder
autoridad alguna a la carta de la O.N.U. y al derecho internacional; solo
la palabra “respaldo” fue permitida (Jane Perlez NYT feb.11).
De forma
similar, el bombardeo de Irak fue una descarada expresión de desprecio
por la O.N.U. aun sobre la específica regulación del momento
y fue así sobrentendido. Y por supuesto, lo mismo es cierto para
la semidestrucción de la producción farmacéutica
en un pequeño país africano, en un evento que tampoco indica
que el “alcance moral” está descarriándose de la virtud –ni
hablar de un récord que haría prioritario revisar el derecho
si los hechos fueran considerados relevantes para determinar “la costumbre
y la práctica”. Podría haber argumentado, más plausiblemente,
que la más amplia demolición de las normas del orden mundial
es irrelavante, precisamente porque habrían perido su significado
por los lejanos años 30.
El menosprecio
de los poderes líderes del mundo por el marco del orden mundial
ha llegado a ser tan extremo que no hay nada dejado para discutir. Esta
visto que el registro de los documentos internos que el de las huellas
regresa a los primeros días, aun a los primeros memorándum
del recientemente formado Consejo de Seguridad en 1947. Durante el gobierno
de Kennedy comenzó a ganar expresión pública.
La principal innovación de la era Reagan – Clinton está en
que el desafío del derecho
internacional y de la Carta de la O.N.U. ha llegado a ser completamente
abierto y además ha sido respaldado con atractivas explicaciones,
las cuales deberían estar en las primeras páginas y en lugar
prominente de los currículos escolares y universitarios, si la verdad
y la honestidad fueran considerados valores significativos.
La altas
autoridades han explicado con claridad brutal que la Corte Internacional,
la O.N.U y otras agencias han llegado a ser irrelevantes, porque ellas
no acompañan más el imperio estadounidenses, tal y como sí
lo hicieron en los primeros tiempos de postguerra. Entonces uno puede
apoyar la posición oficial, sería una postura honesta, si
estuviera acompañada del rechazo a valerse del juego cínico,
poniendo la autojusticia y uniendo el desprecio por el derecho internacional
con su uso como arma altamente selectiva contra diferentes enemigos.
Mientras
el reaganismo conquistó las nuevas bases, bajo Clinton el desafío
al orden mundial ha llegado a ser tan extremo como para llamar la atención
aun a los analistas políticos más avizores. En la situación
actual en el períodico líder del establecimiento, Foreing
Afairs, previene que Washington está siguiendo un curso peligroso.
A los ojos de muchos en el mundo –probablemente más de los que él
sugiere- los Estados Unidos han “llegado a ser un superpoder feroz y peligroso”
considerándolos como “la única gran amenaza externa para
sus sociedades”. Una realista “teoría de las relaciones internacionales,
argumenta, que las coaliciones pueden ponerse surgir para contrabalancear
el superpoder bellaco. Entonces sobre bases pragmáticas la postura
debería ser reconsiderada. Los estadounidenses que desean una imagen
diferente de su sociedad podrían exigir una reconsideración
sobre bases diferentes al pragmatismo.
¿Dónde
queda entonces la cuestión de qué hacer en Kosovo? Sin respuesta.
Los Estados Unidos han escogido un curso de acción el cual , como
lo reconoce explicitamente, incrementa las atrocidades y la violencia --“predeciblemente”;
un curso de acción que además asesta otro golpe al régimen
de orden internacional que al menos ofrece a los débiles una protección
limitada contra Estados depredadores. En cuanto al largo plazo, las consecuencias
son impredecibles.
Una observación
plausible es que “cada bomba que cae en Serbia y cada asesinato étnico
en Kosovo sugiere que para los servios y albaneses será escasamente
posible vivir, uno junto a otro, en alguna forma
de paz” (Financial Times, Marzo 27).