Los Bombardeos de Actualidad: detrás de la retórica

Por Noam Chomsky

     Traducido por Hector Mondragon, de la redacción de ANNCOL, del original de ZNet, del 28 de
     marzo de 1999)



     "En Colombia, según estimaciones del departamento del estado, el nivel anual de las matanzas      políticas realizadas por el gobierno y sus asociados paramilitares, está alrededor del nivel de Kosovo; y el deplazamiento de refugiados, provocado sobre todo de sus atrocidades, está bien por encima del millón.

Colombia ha sido el recipiente occidental principal del hemisferio de armas y el entrenamiento de los      E.E.U.U. Ha aumentado tanto como la violencia en los ' 90s- y esa ayuda ahora está aumentando,      bajo el pretexto de “la guerra de la droga " desprestigiado ante casi todos los observadores serios",     escribe el conocido autor y politólogo Noam Chomsky en un analísis sobre la guerra de OTAN/EE.UU, en Europa que ANNCOL reproduce.

Ha habido muchas preguntas referentes al bombardeo de Kosovo por la OTAN  (es decir  los E.E.U.U,     pincipalmente.). Mucho se ha escrito sobre el asunto (incluyendo los comentarios de “ZNet”). Quisiera hacer  algunas  observaciones generales, considerando los hechos que no han sido  seriamente debatidos.

Hay dos asuntos fundamentales:
 

(1) ¿Cuáles son las  “normas de orden mundial”  aceptadas y aplicables?
(2) ¿Cómo éstas u otras consideraciones se aplican en el caso de Kosovo?
 

(1)¿Cuáles " normas de orden mundial " son aceptadas y aplicables?

     Hay un régimen de derecho internacional y de orden internacional,  vigente en todos los estados, basados en la carta de la O.N.U, las subsecuentes resoluciones y  las  decisiones de la Corte nternacional. En resumen, la amenaza o el uso de la fuerza está vetada a menos que sea autorizada explícitamente por el Consejo de Seguridad <de la O.N.U.>,  después de haber determinado que los medios pacíficos han fallado; o en defensa-propia contra "ataque armado" (un concepto limitado), hasta que actúe el Consejo de Seguridad.

     Hay, por supuesto, más que decir. Así, hay por lo menos una tensión, si es que no una abierta contradicción, entre las normas del orden mundial estipuladas en la Carta de la O.N.U. y los derechos articulados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DU), un segundo pilar del orden mundial establecido bajo la iniciativa de los E.E.U.U. después de la Segunda Guerra Mundial.

     La carta prohibe la violación por la fuerza de la soberanía de los Estados; la DU garantiza los derechos de los individuos en contra de estados opresivos. El asunto de la " intervención humanitaria " surge de esta tensión.  Es el derecho a "la intervención humanitaria", el que es reclamado por EEUU/OTAN en Kosovo, y que generalmente es apoyado por la opinión editorial y los informes noticiosos (en último caso, reflexivamente, incluso en la elecciòn de terminología). Esta cuestión es abordada en un reportaje de NY Times (marzo 27), títulado "Expertos legales sostienen las causas para utilizar fuerza en Kosovo”.

     Se ofrece un ejemplo: Citan a Allen Gerson, los consejos anteriores a la misión de los E.E.U.U. en la O.N.U a otros dos eruditos legales. Uno, Ted Galen Carpenter, "bromeando con el argumento de la administración ", rechaza el alegado derecho a la intervención. El tercero es Jack Goldsmith, especialista en derecho internacional en el Colegio de Abogados de Chicago. Él dice que los críticos del bombardeo de la OTAN " tienen un argumento legal bastante bueno, "pero mucha gente piensa que [una excepción para la intervención humanitaria] existe como cuestión de costumbre y de práctica”. Esto resume la evidencia ofrecida para justificar alinear la conclusión indicada en el título.

     La observación de Goldsmith es razonable, por lo menos si convenimos que los hechos son relevantes para la determinación de la "costumbre y de la práctica”. Podemos también sostener un verdad trillada: el derecho a la intervención humanitaria, si existe, debe presuponer la "buena fe" de ésa intervención, y esa presunción basarse, no en la retórica, sino la experiencia, en el detalle de su expediente de adherencia a los principio del derecho internacional , las decisiones de las Cortes y demás.

     Eso es de hecho una perogrullada, por lo menos con respecto a otros. Considérese, por ejemplo, las ofertas iraníes de intervenir en Bosnia para prevenir masacres, en un momento en que occidente no permitiría tal intervención. Fueron desestimados con el ridículo (de hecho, ni se les hizo  caso); si había una razón más allá de la subordinación de accionar, era porque la " buena fe iraní " no podría ser asumida.Una persona racional entonces hace preguntas obvias: ¿es el expediente iraní de la intervención y del terror peor que el de los E.E.U.U.? Y otras preguntas, por ejemplo: ¿Cómo debemos evaluar la "buena fe" del único país que vetó una resolución del Consejo Seguridad que invita todos los estados a obedecer derecho internacional? ¿Qué sobre su expediente histórico? A menos que tales preguntas sean prominentes en las agendas del discurso, una persona honesta lo desaprobará por mera lealtad a la doctrina. Un ejercicio útil es determinar cuánta literatura, de los medios de comunicación u otras, sobrevive  a las condiciones elementales, tales como éstas.
 

     (2) ¿Cómo éstas u otras consideraciones se aplican en el caso de Kosovo?

     Ha habido una catástrofe humanitaria en Kosovo en el último año, de forma aplastante atribuible a las fuerzas militares yugoslavas. Las víctimas principales han sido kosovares albaneses étnicos, un 90% de la población de este territorio yugoslavo. La estimación estándar es de 2.000 muertos y centenares de millares de refugiados.

     En tales casos, los extranjeros tienen tres opciones:

          (I) intentar extender la catástrofe
          (II) no hacer nada
          (III) intentar atenuar la catástrofe

     Las opciones son ilustradas por otros casos contemporáneos. Sigamos  algunos, aproximadamente de la misma escala, y preguntémonos dónde cuadra Kosovo en el modelo.

     (A) COLOMBIA.- En Colombia, según estimaciones del departamento del estado, el nivel anual de las   matanzas políticas realizadas por el gobierno y sus asociados paramilitares, está alrededor del nivel de Kosovo; y el deplazamiento de refugiados, provocado sobre todo de sus atrocidades, está bien por encima del millón.
     Colombia ha sido el recipiente occidental principal del hemisferio de armas y el entrenamiento de los E.E.U.U. Ha aumentado tanto como la violencia en los ' 90s- y esa ayuda ahora está aumentando, bajo el pretexto de “la guerra de la droga " desprestigiado ante casi todos los observadores serios.

     La administración de Clinton fue particularmente entusiasta en su alabanza al presidente Gaviria, cuya administración era responsable de "niveles espantosos de la violencia", según las organizaciones de derechos humanos, incluso sobrepasando a sus precursores. Los detalles están fácilmente disponibles. En este caso la reacción de Estados Unidos es (I): aumentar las atrocidades.

     (B) TURQUIA.- Por muy conservadoras que sean las estimaciones, la represión turca contra los kurdos el los años 90, cae dentro de la categoría de Kosovo. Esto se pronunció en el comienzo de los 90. Un índicador es el desplazamiento de al rededor de un millón de kurdos desde el campo hasta la capital extraoficial del Kurdistán, Diyarbakir, de 1990 a 1994, a medida que el ejército turco devastaba el sector rural. 1994 marcó dos record: fue “el año de la mayor represión en las provincias kurdas” de Turquía; Jonathan Randall reporta desde el lugar de los acontecimientos que fue el año cuando Turquía llegó a ser el mayor importador individual de equipamento militar estadounidense y además el más grande comprador mundial de armas”.

     Cuando los grupos de derechos humanos denunciaron el uso de aviones estadounidenses para bombardear las aldeas, el gobierno  de Clinton encontró rutas para evadir las leyes que imponían la suspensión de los envíos de armas, muchos de los cuales fueron hechos mediante Indonesia u otros países.

     Colombia y Turquía explican sus (con apoyo de EEUU) atrocidades, sobre la base de que están defendiendo sus países del ataque de guerrillas terroristas, lo mismo que el gobierno de Yugoslavia. De nuevo el ejemplo ilustra la opción (I): tratar de aumentar las atrocidades.

     (C) LAOS.- Cada año, miles de persona, la mayor parte de los niños y campesinos pobres, son asesinados en la Llanura de los Estruendos, al norte de laos, el escenario de los más duros bombardeos sobre blancos civiles en la historia, aparente y argumentablemente, el más cruel: los asaltos furiosos de Washington contra una sociedad de campesinos pobres tuvieron poco efecto para su guerra en la región.

     El peor período fue después de 1968, cuando Washington fue obligado a entablar negociaciones (bajo presión popular y económica), terminando los bombardeos regulares de Viet Nam del Norte. Kissinger – Nixon decidieron entonces cambiar los planes para bombardeos d Laos y Cambodia. Las muertes vienen de “bombitas”, de pequeñas armas antipersonales, mucho peores que cualquier mina terrestre: ellas están destinadas específicamente a matar y mutilar, pues no producen efectos sobre vehículos, edificios, etc. La llanura fue saturada con cientos de miles de estos artefactos criminales, los cuales tienen una probabilidad de no explotar del 20 al 30 por ciento según la empresa fabricante, Honeywell .

     Los datos indican o un control de calidad notablemente pobre o una racionalizada política de asesinar civiles por acción retardada. Esta fue sólo una parte de la tecnología desplegada, la cual incluía avanzados misiles para penetrar las cuevas donde las familias buscaban refugio. Actualmente los accidentes anuales por las “bombitas” están estimados desde centenares, hasta “una tasa anual total nacional de 20.000 accidentes” más  de la mitad mortales, de acuerdo con el reportero en Asia Barry Wain del Wall Street Journal en su edición de Asia.

     Un cálculo conservador es el de que la crisis de este año es por lo menos aproximadamente comparable a la de Kosovo, pero las muertes están abrumadoramente más concentradas en los niños, más de la mitad, de acuerdo con los análisis reportados por el Comité Central Menonita, el cual ha estado trabajando allá desde 1977 para aliviar las continuas atrocidades. Ellos han hecho esfuerzos para hacer conocer y tratar con la catástrofe humanitaria.

     El Grupo de Asesoría sobre Minas (GAM) fundado en Gran Bretaña, está tratando de remover los objetos letales, pero los Estados Unidos está visiblemente perdido del puñado de organizaciones occidentales que han seguido a MAG” -informa la prensa británica- aunque ha aceptado finalmente entrenar a algunos civiles laosianos. La prensa británica también reporta con cierta ira, la denuncia de los especialistas de GAM, según la cual estados Unidos rechaza proveerles con “procedimientos libre de riesgo para limpiar”, que harían más rápido y seguro. Esto se mantiene como secreto de estado, al igual que todo el asunto en los Estados Unidos.

     La prensa de Bangkok informa de una situación muy similar en Kampuchea, especialmente en la región oriental, donde el bombardeo estadounidense fue más intenso desde 1969. En este caso la reacción de Estados Unidos es (II): no hacer nada. Y la reacción de los medios de comunicación y comentaristas es permanecer callados, siguiendo las normas bajo las cuales la guerra contra Laos fue declarada una “guerra secreta” – designio bien conocido pero ocultado- al igual que la cuestión de Camboya desde marzo de 1969. El nivel de autocensura fue tan extraordinario como el de la fase actual. La relevancia de este espantoso ejemplo debería ser obvia, sin comentarios.

     Omitiré otros ejemplos de (I) y (II), los cuales abundan. Y además de mucho mas serias atrocidades
contemporáneas, tales como la inmensa carnicería de civiles iraquíes, por medio de una forma particularmente viciosa  de guerra biológica: “ una alternativa muy dura”, comentó Madeline Albright en la TV nacional, cuando respondió por su reacción frente a la muerte de medio millón de niños iraquíes en cinco años, “pero nosotros pensamos que el precio vale la pena”. Se calcula que actualmente siguen muriendo 5.000 niños al mes y el precio sin embargo “vale la pena”.

     Estos y otros ejemplo pueden también permanecer en la mente cuando leemos la retórica reverencial acerca de como el “alcance moral” del gobierno de Clinton está últimamente funcionando con propiedad, tal como el ejemplo de Kosovo lo ilustra.
 
          Precisamente ¿Qué demuestra el ejemplo? La amenaza del bombardeo de la OTAN,         previsiblemete, condujo a una escalada aguda de atrocidades del Ejército servio y los paramilitares y a la partida de los observadores internacionales, la cual por supuesto tuvo el mismo efecto. El Comandante general Wesley Clark, declaró que fue “enteramente pronosticable” que el terror servio y la violencia se intensificarían después de los bombardeos de la OTAN, exactamente como pasó.

     El terror por primera vez llegó a la ciudad capital, Pristina y hay informes creíbles de destrucción en gran escala de aldeas, asesinatos, generación de un enorme flujo de refugiados, quizás un esfuerzo por expulsar a buena parte de la población albanesa – todas unas consecuencias “enteramente predecibles” de la amenaza y luego del uso de la fuerza, tal y como el general Clark correctamente observa.

     Kosovo es por consiguiente otra ilustración de (I): tratar de incrementar la violencia. Encontrar ejemplos de (III) es demasiado fácil, al menos si mantenemos la retórica oficial. El principal estudio académico reciente de la “intervención humanitaria”, por Sean Murphy, recuerda el record posterior al pacto Kellogg – Briand de 1928 , el cual prohibió la guerra y aun más desde la carta de la O.N.U. la cual fortaleció y articuló estas medidas.

        En la primera fase, escribe, los más prominentes ejemplos de “intervención humanitaria”           fueron el ataque japonés a Manchuria, la invasión de Etiopía por Musolina y la ocupación por Hitler de parte de Checoeslovaquia. Todos fueron acompañados por una retórica humanitaria altamente elevada y de justificaciones tanto con hechos como con razones.

     Japón fue a establecer un “paraíso terrenal” así como a defender  a los manchúes de los “bandidos chinos” con el apoyo de un líder nacionalista chino, una figura aún más creíble que cualquiera que Estados Unidos fue capaz de sucitar durante su ataque sobre Viet Nam del Sur.

     Mussolini estuvo liberando miles de esclavos y llevó hasta el final la “misión civilizadora” de Occidente.  Hitler anunció la intención de Alemania de terminar las tensiones étnicas y “salvaguardar la identidad nacional de los pueblos alemán y checos” en una operación “llena de fervorosos deseos de servir a los pueblos residentes en el área” y de acuerdo con su voluntad el Presidente eslovaco solicitó a Hitler declarar a Eslovaquia un protectorado.

     Otro provechoso ejercicio intelectual es comparar estas justificaciones obscenas, con aquellas ofrecidas para las intervenciones, incluidas la “intervenciones humanitarias” en el período post-Carta de la O:N.U. En tal período, quizá el más obligado ejemplo es la invasión vietnamita de Kampuchea en diciembre de 1978, finalizando las atrocidades de Pol Pot, las que luego fueron encumbradas.
 

          Viet  Nam alegó el derecho a la autodefensa de ataque armado, uno de los pocos ejemplos post-Carta en que el argumento es aceptable: el régimen de los Khemer Rojos (Kampuchea Democrática KD) estuvo llevando a cabo ataques sanguinarios contra Viet Nam en las áreas fronterizas. La reacción estadounidense es ilustrativa. La prensa condenó a los “prusianos de Asia” por sus desaforadas violaciones de la ley internacional.

     Ellos fueron severamente castigados por el crimen de haber terminado con las matanzas de Pol Pot, primero con una invasión china (Con apoyo de EEUU) y luego con la imposición por Estados Unidos de severas sanciones. Estados Unidos reconoció al expulsado KD como el gobierno oficial de Kampuchea, a causa de su “continuidad” con el régimen de Pol Pot, según explicó el departamento de estado.  No muy sutilmente, Estados Unidos apoyó al khemer Rojo para continuar sus ataques en Kampuchea. El ejemplo nos dice más acerca de la “costumbre y la práctica” que sostener “el surgimiento de normas legales de intervención humanitaria”.

     A pesar de los esfuerzos de los ideólogos para probar la cuadratura del círculo, no son serias las dudas de que los bombardeos de la OTAN buscan socavar la frágil estructura del derecho internacional. Aparte de gran bretaña (por ahora actor tan independiente como lo fue Ucrania en los años pre-Gorvachov), los países de la OTAN fueron escépticos frente a la política de Estados Unidos y fuero especialmente incomodados por el  “ruido de sables” de la secretaria de Estado Albright (Kevin Kullen, Boston Globe, feb 22).

     Hoy son  los más estrechamente ligados a la conflictiva región, la mayor oposición a la insistencia de  Washington en la fuerza, precisamente dentro de la OTAN (Grecia e Italia). Francia ha llamado a una      resolución del Consejo de Seguridad de la O.N.U,. que autorice el despliegue de las fuerzas de paz.  Estados Unidos de plano la rechaza, insistiendo sobre “que posición de la OTAN deberías ser capaz de actuar independientemente de las Naciones Unidas”, según explicaron funcionarios del departamento de estado; Estados Unidos rechazaron permitir que la palabra neurálgica “autorice”, apareciera en la declaración definitiva de la OTAN, repudiaron conceder autoridad alguna a la carta de la O.N.U. y al derecho internacional; solo la palabra “respaldo” fue permitida (Jane Perlez NYT feb.11).

     De forma similar, el bombardeo de Irak fue una descarada expresión de desprecio por la O.N.U. aun sobre la específica regulación del momento y fue así sobrentendido. Y por supuesto, lo mismo es cierto para la semidestrucción de  la producción farmacéutica en un pequeño país africano, en un evento que tampoco indica que el “alcance moral” está descarriándose de la virtud –ni hablar de un récord que haría prioritario revisar el derecho si los hechos fueran considerados relevantes para determinar “la costumbre y la práctica”. Podría haber argumentado, más plausiblemente,  que la más amplia demolición de las normas del orden mundial es irrelavante, precisamente porque habrían perido su significado por los lejanos años 30.

     El menosprecio de los poderes líderes del mundo por el marco del orden mundial ha llegado a ser tan extremo que no hay nada dejado para discutir. Esta visto que el registro de los documentos internos que el de las huellas regresa a los primeros días, aun a los primeros memorándum del recientemente formado Consejo de Seguridad en 1947. Durante el gobierno de Kennedy comenzó a ganar expresión pública.
 
          La principal innovación de la era Reagan – Clinton está en que el desafío del derecho          internacional y de la Carta de la O.N.U. ha llegado a ser completamente abierto y además ha sido respaldado con atractivas explicaciones, las cuales deberían estar en las primeras páginas y en lugar prominente de los currículos escolares y universitarios, si la verdad y la honestidad fueran considerados valores significativos.

     La altas autoridades han explicado con claridad brutal que la Corte Internacional, la O.N.U y otras agencias han llegado a ser irrelevantes, porque ellas no acompañan más el imperio estadounidenses, tal y como sí lo hicieron en los primeros tiempos de postguerra. Entonces uno  puede apoyar la posición oficial, sería una postura honesta, si estuviera acompañada del rechazo a valerse del juego cínico, poniendo la autojusticia y uniendo el desprecio por el derecho internacional con su uso como arma altamente selectiva contra diferentes enemigos.

     Mientras el reaganismo conquistó las nuevas bases, bajo Clinton el desafío al orden mundial ha llegado a ser tan extremo como para llamar la atención aun a los analistas políticos más avizores.  En la situación actual en el períodico líder del establecimiento, Foreing Afairs, previene que Washington está siguiendo un curso peligroso. A los ojos de muchos en el mundo –probablemente más de los que él sugiere- los Estados Unidos han “llegado a ser un superpoder feroz y peligroso” considerándolos como “la única gran amenaza externa para sus sociedades”. Una realista “teoría de las relaciones internacionales, argumenta, que las coaliciones pueden ponerse surgir para contrabalancear el superpoder bellaco. Entonces sobre bases pragmáticas la postura debería ser reconsiderada. Los estadounidenses que desean una imagen diferente de su sociedad podrían exigir una reconsideración sobre bases diferentes al pragmatismo.

     ¿Dónde queda entonces la cuestión de qué hacer en Kosovo? Sin respuesta. Los Estados Unidos han escogido un curso de acción el cual , como lo reconoce explicitamente, incrementa las atrocidades y la violencia --“predeciblemente”; un curso de acción que además asesta otro golpe al régimen de orden internacional que al menos ofrece a los débiles una protección limitada contra Estados depredadores. En cuanto al largo plazo, las consecuencias son impredecibles.

     Una observación plausible es que “cada bomba que cae en Serbia y cada asesinato étnico en Kosovo  sugiere que para los servios y albaneses será escasamente posible vivir, uno junto a otro, en alguna     forma de paz” (Financial Times, Marzo 27).