No hay guerras humanitarias
Eric Stobbaerts. Director Ejecutivo, Médicos sin Fronteras, España.
Un extracto de este artículo fue publicado en El Mundo, 23 de abril, 1999


Desde que hace casi un mes se iniciaran los ataques aéreos de la OTAN, todos los actores en conflicto han dispuesto una maquinaria quizá más potente que la militar para desviar la atención del conflicto y mostrar su cara humana. Mientras en el interior de Yugoslavia han quedado únicamente medios afines o controlados directamente por el gobierno que se dedican a lanzar propaganda constantemente, en occidente  la OTAN ha optado por una estrategia mucho más sutil y a la vez más efectiva. Se trata de transformar la imagen de una organización militar en una organización humanitaria. No obstante, una y otra son incompatibles. La movilización, precisamente por parte de uno de los actores en conflicto, de miles de soldados en los países colindantes para construir campos de refugiados y proporcionarles ayuda es una violación grave de los principios básicos de la ayuda humanitaria, la independencia y la neutralidad y pone en riesgo a los propios refugiados al convertirlos en objetivos militares. En su batalla por el poder y la imagen unos y otros distraen intencionadamente  la atención sobre el verdadero drama que está ocurriendo dentro de Kosovo donde la población civil esta siendo perseguida y masacrada y se impide la presencia de organizaciones independientes.

Estamos por lo tanto frente a una situación donde, por razón de protección y seguridad de las propias víctimas hay que romper con la confidencialidad y denunciar la situación perversa por la que la población civil esta siendo utilizada con fines políticos o militares.

Si nos centramos en el problema de los refugiados, en Macedonia y Albania estamos siendo testigos de  una violación de los principios humanitarios básicos por parte de la OTAN. En primer lugar la neutralidad, según este principio ningún actor humanitario debe tomar parte en un conflicto bien  directamente o en base a alianzas con las fuerzas beligerantes. En el caso del principio de independencia es todavía más evidente que los actores humanitarios deben separar cualquier interés político, financiero o militar de la ayuda a las víctimas y tener como único objetivo la defensa de las personas en base a la solidaridad. La gravedad de ese abuso no se limita a un problema legal,  desgraciadamente tiene repercusiones directas sobre la protección de los propios refugiados a los que se intenta ayudar. Es algo tan simple de entender como que un campo de refugiados bajo control de la OTAN no es otra cosa que un campo bajo la bandera de un ejercito en guerra. Los campos de refugiados se tornan objetivos militares y blancos del adversario y los refugiados se convierten en escudos de las operaciones militares.

En conflictos, la ayuda humanitaria no consiste únicamente en dar comida y refugio sino en proporcionar asistencia y protección efectiva a la población civil que padece las consecuencias. La situación actual no garantiza esa protección. La OTAN lo sabe aunque es evidente que las reacciones de los gobiernos que forman parte de esta organización dependen estrechamente del estado de la opinión pública de cada uno de sus países y es ahí donde adquiere verdadera dimensión la necesidad de apropiarse del espacio humanitario que ahora denunciamos. Ante esta situación Médicos Sin Fronteras ha rechazado trabajar en los campos de refugiados controlados por la OTAN.

El interés por mostrar su lado humano centrando toda la atención en la población civil que ha conseguido refugiarse cruzando las fronteras despista además la información sobre el verdadero drama que ocurre dentro de Kosovo con la población que no ha podido salir. No hay ninguna duda, la prioridad humanitaria esta ahí. De hecho, todos los testimonios de refugiados, recogidos por nuestros  equipos indican  que se está viviendo una situación extrema de terror de violaciones y de masacres. Las autoridades actúan brutalmente con la intención de expulsar a la población civil en Kosovo. Según las cifras, un tercio ha huido pero el resto continua en el interior víctima de la persecución y de las consecuencias del conflicto. No reciben ni protección ni asistencia. La ausencia de espacio humanitario en Kosovo es una falta grave y facilita la prolongación del drama humano. El derecho de acceso a esta población por parte de organizaciones independientes y bajo control de Naciones Unidas que ahora reclamamos es una prioridad.

Desde la legitimidad que nos da trabajar con los refugiados y desde la perspectiva personal de haber sido coordinador de la operaciones de Médicos Sin Fronteras en Yugoslavia durante dos años, mantenemos el compromiso con todas las poblaciones civiles víctimas de las locuras de responsables políticos oportunistas que se ocultan detrás de un abominable discurso étnico-nacionalista,  pero sorprende también la ausencia de reflexión y crítica que proponga alternativas al  aluvión de información que recibimos diariamente como algo incuestionable.

La inercia internacional demuestra que no se han agotado todas las soluciones políticas, por eso empezamos  por denunciar la impunidad de los crímenes de guerra que se suceden en la antigua Yugoslavia desde 1991, por la falta de reacción de los órganos neutros de justicia. Esa impunidad de los últimos años ha sido el germen de la catástrofe que ocurre hoy dentro de Kosovo. Los criminales de entonces son los asesores de hoy.  Un tribunal Penal Internacional debe juzgar esos crímenes contra la humanidad. Pero al mismo tiempo hay que denunciar la torpeza y los efectos del embargo sobre Yugoslavia que lejos de contribuir a una solución del conflicto ha reforzado a los que intentaba debilitar y debilitado a los que podrían ser actores hoy de propuestas alternativas.

El  uso de la violencia no es una solución a lo que esta ocurriendo. Hablar de “guerra humanitaria” es un disparate y un insulto para los que trabajamos diariamente en labores humanitarias. La conflictividad de la región requiere un mejor entendimiento del mosaico de los Balcanes por los actores implicados. Es la única manera  de preservar la rica pluralidad de esta zona.

De momento solo organizaciones neutrales e independientes pueden contribuir a parar el proceso de limpieza étnica en curso en Kosovo. Se trata de conseguir acceso inmediato a las poblaciones civiles por los actores humanitarios con el objetivo de crear un espacio humanitario. El derecho de acceso está  previsto en el derecho humanitario internacional y reafirmado en varias resoluciones de Naciones Unidas.  Sin embargo asombra ver como el principio de la diversidad y de la universalidad de ese órgano esta siendo puesto en cuestión en la crisis de los Balcanes. Es esencialmente en estas situaciones donde Naciones Unidas debe ser más activa y proponer soluciones para la paz. El compromiso de Médicos Sin Fronteras es fortalecer este espacio humanitario ahora en el interior de Kosovo, independiente de los actores en conflicto, para poder llevar la ayuda donde es más necesaria, sin intereses políticos, económicos o militares, pero está en juego además una apuesta de futuro, Los valores humanitarios internacionales que tanto tiempo ha costado construir .

ERIC STOBBAERTS
Director General de
Médicos Sin Fronteras - España
MSF-E

Barcelona, 16 de abril de 1999