Jennie Ruby
En la película «Misión
Imposible», Tom Cruise se enfrenta a los malos. Éstos descubren
que él está casado y encuentran la forma para manipular su debilidad:
el hecho de que ama a su esposa. La secuestran y le dicen a él que la
matarán si él no obedece lo que ellos quieren que haga.
Cruise, con una mirada fría como el acero, dice: "Adelante, mátenla".
Aun los malos se amedrentan ante tal frialdad y al final él gana.
En «La Guerra de las Galaxias», el malvado Imperio captura al héroe valiéndose del cariño que él siente por sus amigos: le tienden una trampa torturándolos. En las películas de James Bond -muy populares actualmente entre muchachos del séptimo grado-la escena de secuestrar a la novia y mantenerla a punta de pistola se repite una y otra vez. Todo aquello que un hombre ama, lo que le es valioso, se considera una debilidad en estos escenarios, y no aparentar apego sentimental es la vía hacia el poder y la dominación. Si algo te importa, pierdes, y ganas si eres convincente en aparentar que algo no te importa.
Tales escenarios son muy comunes en las películas de acción dirigidas a hombres, y a menudo son tratados en una manera sumamente dramática. Las películas que presentan estas escenas hacen toneladas de dinero. ¿Por qué son tan populares? Me parece que son tan intensas para los hombres porque una característica fundamental de la masculinidad en nuestra cultura es que los hombres deben ser estoicos, y rehusarse a reconocer sus sentimientos o rendirse ante éstos es una fuente de poder para ellos.
Se trata de estereotipos muy conocidos acerca de los hombres y las mujeres en nuestra sociedad. Los hombres son rudos, nada expresivos, individualistas; no se les lastima fácilmente, son más racionales, agresivos por naturaleza. Las mujeres son más delicadas, expresivas, sociales, emocionales, menos racionales; y no son agresivas, o bien manifiestan su agresión en formas que no son violentas. Los estereotipos sirven a un sistema de dominación masculina. A través de un patrón de agresividad e insensibilidad hacia las emociones, los hombres mantienen una posición socialmente dominante. A fin de que prevalezca una sociedad dominada por hombres, a los niños, en su mayoría, se les debe enseñar a que encajen en estas definiciones y estereotipos. Debe enseñárseles a desempeñar estos papeles, y ellos deben crecer creyendo en éstos.
A continuación, algunas observaciones e investigaciones que analizan cómo uno de estos papeles, la masculinidad, es reproducido y transmitido del padre al hijo.
1. "Papi,
es miércoles. ¿Me das mi mesada?" "Bueno, no sé.
¿Acaso no me debes *tú* dinero?"
"Mami, es miércoles. ¿Me das mi mesada?" "Por supuesto.
Anda y tráeme mi bolso".
2. En un supermercado, un niño de cuatro años se extravía momentáneamente. Su padre lo observa por encima de un escaparate, se acerca sigilosamente y Rrrrraaaaahhhh! lo agarra por detrás. El pequeño se asusta y empieza a llorar. "¿Qué ocurre? -pregunta el padre- "¿Eres un lloroncito? ¿No te gustan las bromas?"
En un supermercado, un niño de cuatro años se extravía momentáneamente. Su madre lo ve por encima de un escaparate y le dice: "Tomás, ven aquí ahora mismo". El niño la mira con alivio y corre hasta el pasillo donde ella se encuentra.
3. Durante un viaje de vacaciones, un niño intenta por primera vez esquiar en el agua y lo consigue. Corre a la casa de playa y le cuenta a su madre. "¡Lo lograste! -dice la madre-. ¿Te costó? Pero lo hiciste, y no me sorprende pues eres tan atlético que puedes hacer cualquier deporte. Estoy orgullosa de ti". El niño sonríe, orgullosamente comparte su éxito con su tía y su hermana y decide probar de nuevo al día siguiente. Después llama por teléfono a su padre y le cuenta. El padre responde con silencio y luego, jovialmente, bromea, "¿Qué te parece si jugamos basketball cuando regreses a casa? Apuesto que te voy a ganar". El hijo dice, riendo, "No, yo te voy a ganar". Y el padre continúa, "No lo creo. Voy a trapear el piso contigo". "¿Eso crees? -dice el niño-. "Pues ya veremos". Cuando cuelga el auricular, su madre le pregunta, "¿Qué dijo papá de cómo esquiaste hoy?" "Nada", responde el pequeño. "¿Cómo que nada?" se sorprende la madre. "Ay, mamá, por dios, esto de esquiar no es gran cosa. Cualquiera puede hacerlo. Ya no quiero regresar al agua mañana".
La masculinidad se construye a través de pequeñas viñetas que ocurren una y otra vez en la vida de un niño. Las relaciones normales entre el niño y su padre sirven para introducir al pequeño en el modelo de la hombría. Y aun cuando no hay una figura paterna en su núcleo familiar, la tarea es realizada por «modelos de masculinidad», amigos, música de rap y rock, películas, la televisión, los juegos de video y prácticamente cada persona con quien el niño se relaciona.
El trabajo de construir la masculinidad consiste en divorciar al niño de sus sentimientos, motivando en él la agresión y el autocastigo y creándole desdén hacia la debilidad y la femineidad. Aparentemente, esta tarea es llevada a cabo más por los padres que por las madres. Las investigaciones han demostrado que "los padres diferencian más que las madres entre hijos e hijas" (Myriam Johnson, Strong Mothers, Weak Wives: The Search for Gender Equality [Madres fuertes, esposas débiles: La búsqueda de la equidad de género], University of California Press, 1988)
* Extractos
del artículo publicado en la revista Off Our Backs, junio de1998, pags.
14-15
Título original: Like father like son: How boys become boys Traducción:
Laura E. Asturias (Guatemala)