La educación de la mujer

RUTH LEGER SIVARD


La educación puede ser considerada el área en la que las mujeres han obtenido los mayores logros en las últimas décadas. La educación influye en la participación económica de la mujer y en su poder adquisitivo, así como también en el número de hijos que tenga y de la salud que estos niños disfrutarán en el futuro, por lo tanto, el progreso en este área puede ser el precursor de una expansión de oportunidades para el futuro. La educación desarrolla el potencial humano. En el mundo moderno se la considera esencial para poder tener en la vida un papel que sea satisfactoriamente productivo, y esto es así tanto para las mujeres como para los hombres.

No existe peor amenaza para la salud de la mujer y de la familia que la ignorancia; y la mejor medicina preventiva es la educación. Organización Panamericana para la Salud, 1984.

La mayoría de los gobiernos han eliminado actualmente las barreras formales para el ingreso en los sistemas de escolarización, lo que ha permitido una igualdad de acceso tanto para las niñas como para los niños. Las leyes que exigen la educación obligatoria se han extendido por casi todo el mundo. De acuerdo con los informes de las Naciones Unidas, 161 de 194 países con sistemas autónomos de escolaridad, tenían ya educación obligatoria en 1980. De estos países, la mayoría (94 sobre 161), exigía de 8 a 10 años de escolarización; 57 requerían 7 años o menos; y 12 países 10 años o más.

Un aumento significativo en el número de matriculas durante el periodo de posguerra, fue el fundamento que hizo creer con cierto optimismo que la educación era una fuerza importante para la mejora de las condiciones de vida y del estatus de la mujer. Pero son las estadísticas, que en este tema son más abundantes que las que existen en relación con el empleo, las que pueden decir cuánto se ha avanzado realmente en estos años. El aumento en el número de matriculaciones ha sido sustancial.

Sin embargo, es evidente, que aún hoy existe una gran desigualdad y que el informe no es completo si no se considera a esas deficiencias como guía para el progreso que aún queda por hacer.

Matriculación

De acuerdo con las proyecciones hechas por Ia UNESCO, en 1985, alrededor de 300 millones más de niñas que en 1950, se matricularían en todas las escuelas y universidades del mundo. Durante este periodo se cuadruplicó la matriculación femenina, aumentando, de 95 millones en 1950, a los proyectados 390 millones en 1985. El coeficiente de incremento ha sido más acelerado que el gran salto dado en la población en edad escolar. En la actualidad, un número mayor de niñas de todas las edades, está en condiciones de asistir a la escuela.

Población en edad escolar

A pesar de estas tendencias favorables y de la existencia de un conjunto cada vez más amplio de leyes que garantizan el acceso a la educación, se ve también que la educación elemental básica no es todavía accesible para una amplia proporción de los niños del mundo, siendo las niñas las más perjudicadas. Las leyes que regulan la educación obligatoria no se aplican uniformemente. Una cuarta parte de los niños en edad escolar primaria no frecuenta la escuela. En muchos países en vías de desarrollo -al menos en uno de cada tres, de acuerdo con las estimaciones de la ONU- los sistemas escolares no están aún preparados para hacerse cargo de todos los niños que deberían ser escolarizados. En África, por ejemplo, cuatro de cada diez niños no pudieron ser matriculados en 1980. En todos los países en desarrollo parece que son más niñas que niños las que quedan sin matricular.

Cuando se consideran conjuntamente los niveles primario y secundario de educación, la diferencia entre la población en edad y el número de niños matriculados, se amplía más. En los países en desarrollo, casi el 60% de las niñas entre 5 y 19 años no frecuenta la escuela. La relación matricula/población es mayor que en 1950, pero, en términos absolutos, la diferencia entre la población femenina y el número de niñas que frecuenta la escuela, Ilega a 300 millones, 100 millones más que en 1950. La brecha se amplía más aún cuando se pasa a considerar los índices de abandono de la escuela y el absentismo; ambos mucho más comunes entre las niñas que entre los niños. Especialmente en las áreas rurales del Tercer Mundo, las ventajas que proporcionan a las familias el trabajo de las niñas en el área doméstica, con frecuencia hace que no se preste atención a los beneficios que se pueden obtener de la educación femenina.

Comparaciones entre los sexos

El incremento en el número de matriculación femenina a partir de 1950, está muy lejos aún de haber eliminado la amplia diferencia que existe entre los sexos. En todos los niveles de la educación todavía hoy los niños representan a la mayoría de los estudiantes. Considerando los totales de la matriculación mundial, representan el 55%, las niñas el 45%, en los niveles primario y secundario; en el tercer nivel la relación cambia un poco, 57% para los hombres y 43% para las mujeres. Como media, la comparación entre los sexos ha mostrado un cambio perceptible pero no espectacular a partir de 1950. En el primer nivel, la proporción de niñas en la matriculación total, ha subido un punto (del 44 al 45%); en el nivel secundario, tres puntos (del 42 al 45%). La mejora más significativa en la participación femenina se dio en el nivel más alto de la enseñanza, donde las mujeres habían estado siempre muy poco representadas. En 1950, las niñas eran solamente el 32% del estudiantado del tercer nivel, en contraste con el 43% actual.

Detrás de estos promedios se mantienen aún mayores diferencias en los modelos nacionales y regionales. Los países en vías de desarrollo, en general, muestran mayor desigualdad por el sexo en la educación que los países desarrollados. A niveles cada vez mis altos de educación, las desigualdades se van haciendo más pronunciadas. En el Tercer Mundo los hombres superan en número, en una relación de dos a uno, a las mujeres en el nivel universitario.

Alfabetización

Teniendo en cuenta las tendencias y las comparaciones geográficas, la alfabetización, en ciertos aspectos, refleja los modelos que se evidencian en la matriculación escolar. Ha habido un gran incremento en el número de mujeres alfabetizadas en el mundo: de 500 millones en 1960 a más de mil millones en la actualidad. La alfabetización también se ha incrementado entre la población adulta, de modo que el índice para las mujeres (excluida China) es ahora del 68%, comparado con el 59% en 1960. Sin embargo, al igual de lo que acontece en la matriculación escolar, las mujeres se encuentran en una clara desventaja respecto de los hombres. La amplia desproporción en los índices de alfabetización de hombres y mujeres no ha disminuido significativamente en estos años. La diferencia global estimada en 1985 llegaba a ser de 10 puntos: es decir, el 78% de los hombres adultos son capaces de leer y escribir comparado, con el 68% de mujeres adultas, una diferencia que significa que en el mundo -excluida China- hay 130 millones más de mujeres analfabetas que de hombres. En los países desarrollados, virtualmente no existe diferencia entre los sexos, Pero en el Tercer Mundo, la media de alfabetización de un 50% que corresponde a las mujeres, contrasta con el 68% para los hombres.

La pobreza es el común denominador de los bajos índices de alfabetización para las mujeres, como así también de la amplia desigualdad que existe entre los sexos. Al menos el 60% de esos 500 millones de mujeres que no son capaces de leer ni de escribir, viven en países donde la media de ingresos per cápita en 1980, estaba por debajo de los 300 dólares. En muchos de estos países, especialmente en América y el Sur de Asia, cuatro de cada cinco mujeres mayores de 25 años no han tenido nunca ningún grado de escolarización. Además, la continua escasez de puestos escolares para las generaciones más jóvenes, hace que aumente aún más el número de analfabetos. Los datos sobre analfabetismo recuerdan que los países más pobres están todavía muy lejos del objetivo de lograr una educación básica para todos. Lograr esto y reducir significativamente el número de analfabetos, son claramente las ayudas con las que hay que contar para poder hacer progresar la economía.

La ignorancia fue, y aún hoy lo es, un factor muy importante para la sumisión de la mujer desde sus primeros años se la mantiene en la ignorancia de las posibilidades que brinda la escolarización, más tarde, se la mantiene ignorante de sus derechos matrimoniales, sociales y legales... La información, la única garantía de la libertad individual.

Ivette Roudy, 1983. Las diferencias entre los sexos deben ser consideradas en términos absolutos para poder darles su significación completa en relación con las necesidades educacionales no satisfechas. En términos generales ha habido una mejora de la matriculación con la masculina; pero la brecha que separa a ambas en números se va ampliando a medida que se amplía la matriculación. En 1950 había 27 millones más de niños matriculados que de niñas en el primer y segundo niveles de educación. En la actualidad los niños superan a las niñas en 80 millones. Solamente en el Sur de Asia, donde la ventaja de la educación masculina es más pronunciada, debería haber 38 millones más de puestos escolares sólo para que la matriculación femenina se equiparara a la masculina en la actualidad.

En EE.UU. en el nivel superior de la educación, el 10% de los profesores son mujeres, una proporción que no ha cambiado en los últimos ocho años. En los niveles más inferiores de la educación, la representación de las mujeres está aumentando. La discriminación por categorías está más acentuada en las pagas diferenciales por Facultades. En cada categoría académica, los hombres siguen teniendo una media de sueldo más alta que la de las mujeres. Para todas las categorías, para todas las mujeres, el sueldo medio en 1982/83 era el 81% del de los hombres; ocho años antes representaba el 83% del sueldo de los hombres.

Contenido de la educación y otro tipo de coacciones

La igualdad de educación para las mujeres está afectada, no sólo por la falta de acceso, a la escolari-zación, sino también por estereotipos restrictivos ajenos a la escuela y que están presentes en el mismo proceso educativo. Estereotipos acerca de lo que es "natural" o "aceptable" para cada uno de los sexos, crean sutiles barreras que obstaculizan el desarrollo de las capacidades intelectuales, aun cuando el acceso académico no esté limitado.

El proceso de socialización comienza en los primeros años de vida dentro de la familia y la comunidad. Los roles sexuales impuestos culturalmente y las represiones, van conformando la autoimagen, las actitudes y las ambiciones. Este proceso es común para todas las sociedades, aun cuando se observe una mayor rigidez en algunas, incluso los modernos medios de información tienden a reforzar los estereotipos sexuales: por ejemplo, la publicidad constantemente identifica a la mujer con los productos de limpieza del hogar y a los hombres con las máquinas y las modernas tecnologías.

Contenidos curriculares

Los libros de texto y los currícula escolares pueden ayudar a modificar o a reforzar los modelos estereotipados. Los enseñantes sirven como modelos, especialmente en aquellas sociedades en las que los adultos educados son escasos. En todas las culturas, el tratamiento que los enseñantes puedan dar a determinados contenidos del curriculum, sus reacciones frente a los estudiantes de ambos sexos, pueden tanto ayudar a eliminar tendencias como a perpetuarlas.

Se dispone de relativamente poca información con amplia cobertura, que muestre de qué modo los contenidos de la educación afectan a las imágenes que las niñas tienen de si mismas, o su posterior orientación ocupacional. La evidencia que se posee sugiere que en el pasado, tanto los enseñantes como, el material didáctico han tendido a reflejar los estereotipos culturales. Es probable que esta tendencia está disminuyendo, por lo menos en los países industrializados, donde los maestros han comenzado a ser conscientes de la necesidad de eliminar aquel material didáctico que pueda sugerir limitaciones académicas y de elección para las mujeres. Enfatizando el hecho de que los estudiantes creen en aquello que leen impreso, los educadores han comenzado a observar más en detalle el material de enseñanza, y algunos textos están en revisión. Sin embargo, el progreso es lento y recientes pruebas empíricas indican que los materiales discriminatorios aún son comunes, por ejemplo:

Equipos docentes

La segregación dentro del mismo sistema escolar ha ayudado muy poco a la desaparición de los estereotipos sexuales. Las mujeres enseñantes se concentran en los grados y categorías más bajos, enseñan los temas más fáciles y, en posiciones equivalentes, la paga media es más baja que la de los hombres. Datos de 96 países muestran que las mujeres representan la mayoría de los enseñantes en el primer nivel de escolaridad, pero esta proporción dentro del equipo docente, va disminuyendo progresivamente a medida que se asciende en los niveles de enseñanza. Aun allí donde las mujeres superan en número a los hombres dentro del cuerpo docente, son minoría entre las autoridades de la escuela y en la dirección de los departamentos.

En las instituciones de educación superior, la discriminación vertical es igualmente pronunciada. Relativamente pocas mujeres tienen categoría de catedrático. Informes sobre los tres países mis importantes de Europa, muestran menos del 10% de mujeres entre los catedráticos de universidad: Francia, que tiene el índice más alto, con la mis alta proporción entre los tres, tenia tan sólo el 9% de mujeres, Alemania Occidental el 5%, y el Reino Unido el 3%.

Si los enseñantes se especializan en los diferentes temas, también se evidencia aquí un modelo fuerte de discriminación horizontal. Las mujeres enseñantes son mayoría entre los especialistas en ciencias humanas y sociales, tales como lenguas, cultura e historia. Pero están infrarrepresentadas entre los matemáticos y los técnicos. En las universidades europeas, por ejemplo, los temas matemáticos y técnicos son enseñados casi exclusivamente por hombres. Sólo el 2% de mujeres tienen cátedras en matemáticas, física, química e ingeniería en las universidades alemanas.

Campos de especialización

Donde se les da a las niñas la posibilidad de elegir curriculum, éstas tienden a seleccionar temas que se adecuen a su imagen cultural y no necesariamente a sus capacidades potenciales. En otras palabras, los estereotipos de los libros de texto llegan a ser profecías que se autoconfirman. Estudios de la UNESCO muestran que en los niveles secundarios de la educación profesional y técnica, en 1980 las niñas representaban cerca del 100% de la matriculación en los programas relacionados con la economía doméstica y la salud. Los niños predominaban en los programas industriales, ingeniería y agricultura.

Cuadro 9. Coeficiente de mujeres a hombres que estudian ciencia y tecnología en la enseñanza de tercer nivel, por regiones, 1970-1990. (Número de mujeres por cada 100 hombres)

Región 1970 1980 1990
África 24 21 24
Asia y el Pacífico 33 45 70
Europa oriental 61 81 74
América Latina y el Caribe 37 54 80
Europa Occidental y otros Estados 29 49 67
Nivel Mundial 32 43 56


Como lo muestra el cuadro 9 un modelo similar persiste en el tercer nivel de educación. En los seis campos de especialización seleccionados, la matriculación femenina se incrementó relativamente más que la masculina entre 1960 y 1980; especialmente pronunciado fue el aumento en los países en vías de desarrollo. Pero el mayor incremento relativo tuvo lugar dentro de tres campos donde las mujeres habían sido tradicionalmente fuertes: humanidades, educación y bellas artes. En 1980, así como en 1960, la gran mayoría de las mujeres estudiantes (63% en los países desarrollados y 72% en los países en desarrollo), se especializaron en estos campos.

Los hombres, por otra parte, se inclinaron hacia los campos más técnicos y mejor pagados, leyes, ingeniería y medicina, y fue en estas profesiones donde más aumentó la matriculación masculina desde 1960 a 1980. Tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo, la proporción de estudiantes hombre que se especializaban en leyes, ingeniería y medicina en 1980, eran dos veces la proporción, en esos mismos campos, de estudiantes mujeres.

La persistencia de estas áreas de especialización relativamente estrechas, con sus implicaciones negativas para el acceso ocupacional y los niveles de salarios, indica que, tanto en educación como en trabajo, son necesarios programas positivos que aseguren una elección diversificada y una formación adecuada para las mujeres. Solamente la igualdad de acceso a la educación garantiza igualdad de oportunidades en el futuro.

Publicado en la revista Poder y libertad, nº 7, págs. 46-55. Extraído del anuario elaborado por Ruth Leger Sivard.