EL SOMBRERO MAGICO

Hola! Mi nombre es Rosa. Tengo que contarte un cuento sobre mi sombrero mágico.
El otro día, mi padre, mi hermano y yo bajamos a un solar que se utiliza como vertedero.
Allí siempre encontramos sorpresas maravillosas: neumáticos viejos, libros, muelles y muchísimas cosas más.
El día del que te hablo encontré un par de bo tas de fútbol que sólo tenían un poco raspadas las punteras. Las olí y estaban limpias.
Me las calcé y me ajustaban como un guante, pero justo cuando me sentaba para atármelas mi hermano me las sacó y salió corriendo mientras gritaba. «El fútbol es un juego de chicos».
¡No! ¡Estaba furiosa! «Eh, son mías» grité mientras me ponía a todo correr mis zapatos.
Estaba a punto de perseguirle cuando me di cuenta de que había un baúl repleto de cosas viejas. Había todo tipo de ropas maravillosas como un vestido verde lleno de bordados y una divert¡da babucha.
Y te lo creas o no, también encontré un sombrero mágico. Me lo puse y...
De repente me sentí como si estuviera volando. Hacía tanto aire que tuve que sujetarme el sombrero con las dos manos.
Cuando el viento se calmé ya no estaba en el solar. Estaba en una tierra de juguetes maravillosos: balones de baloncesto, herramientas, coches de carreras. Era increíble. Pero había algo extraño en este tantástico lugar.
¿Sabes lo que era?
Primero no había niñas. Sólo niños. Estaban todos sentados con caras largas y ceños fruncidos. Además había una valla que se elevaba tan arriba hacia el cielo que no se veía el final y era tan larga que no tenía fin.
¿Sabes lo que había al otro lado de la valía? ¡Más juguetes! ¡Muñecas, costureros, pianos de juguete y montones de niñas! Todas vinieron corriendo cuando me vieron. Gritaban «¿Cómo conseguiste pasar a ese lado de la alambrada? Tú eres una NIÑA».
Yo no entendía nada. Intenté explicar lo del solar y el sombrero. Todas escuchaban atentamente. Cuando acabé, todas comenzaron a hablar a la vez. Así que no me enteraba de nada.
Oye, estaba furiosa, y pongo una TERRIBLE voz cuando me enfado.
Abrí la boca y grité;.
¡Funcionó!
Entonces me contaron tranquilamente la historia del misterioso chismoso. Antes no había ni juguetes, ni valía. Niñas y niños jugaban juntos pacíficamente. Se divertían nadando, subiendo a los árboles, jugando a perseguirse e inventando juegos con lo que encontraban.
Pero un día un chismoso llegó en globo. Le gustaban tanto las niñas y los niños que decidió hacer algo bonito para ellos/as.
Así que movió su varita y murmuró, «¡ABRACADABRA PATA DE CABRA! ¡MONTONES DE REGALOS YA!».
Entonces ¡POF! aparecieron todos los juguetes que te puedas imaginar. Era maravilloso. Era como los regalos de cientos de cumpleaños puestos todos juntos. Todo el mundo pasaba MUCHíSIMO tiempo probando cada juguete. Muy pronto este pacífico país cambió totalmente, de arriba a abajo. Todo el mundo iba correteando, riendo y chillando a todas partes.
Naturalmente, esto no era lo que el viejo Chismoso había planeado. Estaba muy disgustado por todo el follón y el ruido. Así que decidió parar el barullo dividiendo los juguetes a la mitad y llamando a una mitad «juguetes de niña» y a la otra «juguetes de niño».
Sacó de nuevo la varita mágica. El chismoso la movió y murmuró: «¡ABRACADABRA, PATA DE CABRA, AHORA QUIERO UNA GIGANTESCA VALLA!».
Y apareció la valla, con todas las niñas a un lado y todos los niños a otro. Todo el mundo quedó confundido.
Luego las niñas miraron a su alrededor y vieron que el chismoso les había dado todas las muñecas, juegos de té y productos de limpieza. Una niña mayor con largas trenzas dijo: "¡Ya sé!, construyamos una casa en un árbol y podremos jugar con estas cosas".
"¡Muy buena idea!", gritaron todas. «Pero no tenemos herramientas», dijo una niña que ya las había buscado. Nada, no había herramientas, ni martillos, ni madera, ni nada que pudieran usar para hacer su casa. Todas las herramientas estaban en el lado de la valía de los
NIÑOS.
Mientras tanto, todos los niños habían hecho un montón con todas las pelotas y el material deportivo.
Uno dijo: «Hagamos un equipo de fútbol con unitormes y escudos de fantasía». A los niños esta idea les gustaba, pero...
Lo acertaste. No podían hacerse uniformes sin tela, tijeras, aguja o hilo. Y todas estas cosas estaban en el lado de las NIÑAS.
Estaban tan decepcionados que se sentaron y se quedaron enfurruñados.
Cuando el chismoso vio esto, se puso furioso. Ya no le gustaban estos niños y niñas.
«¡ABRACADABRA PATA DE CABRA, YA NO OS QUIERO VER MAS LA CARA!»
Y ZAS, se fue, dejando su valla y su montón de personas desdichadas detrás.
Así que ésta era su historia. ¡Qué lío! Nos sentamos y comentamos algunas cosas. Todos y todas estábamos de acuerdo en que sería mejor que todas las personas y juguetes estuvieran juntos como antes.
«Además», dijo un niño con pecas, «no es justo. Los juguetes iban a ser para todos».
«Es cierto», añadió una niña. «No hay juguetes de niño y juguetes de niña».

«Sí», gritó otro, «y quiero jugar con mis amigos en el OTRO lado de la valla».
Así que la valla tenía que desaparecer. ¿Pero cómo podíamos NOSOTRAS/OS hacerla desaparecer?
Pensamos durante mucho tiempo, y al final una niña de pelo rizado tuvo una brillante idea. «¿Y tu sombrero mágico?», dijo dulcemente. «¿Mi sombrero?».
«Sí. A lo mejor si lo cuelgas de la valla la hace desaparecer».
Todas/os pensaron que era una GRAN idea, pero yo dije, «No estoy tan segura. Me gustaría quedarme con el sombrero mágico».
«Por favor; por favor», gritaron. «¡Odiamos la valla!».
Mientras intentaba decidir qué hacer; un niño muy pequeña hizo una cosa muy bonita. Joma puedes quedarte con mi gorra>), dijo. ¿Cómo podía negarme?
Así que di las gracias al niño por su gorra, que era demasiado pequeña, y lentamente puse mi sombrero mágico sobre la valla.
Cuando lo solté, iPUM! la valla desapareció y yo estaba otra vez en el solar.
Todavía podía oir a los niños y a las niñas gritando al otro lado.
«Rosa, Rosa», gritaban mi padre y mi hermano. «¿Dónde estás? Date prisa, hay que volver a casa».
Corrí a donde estaban y mi padre me preguntó, «¿Dónde has estado? Hace mucho que te estamos llamando».
Les conté lo de los juguetes, la valla y el chismoso. Creo que no me creyeron.
Pero yo sé que es verdad porque el sombrero que tengo ahora es demasiado pequeño para mí.
 
Fuente: Kim Westsmith Chapmman. Publicado en «En Pie de Paz».
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ACTIVIDADES

1. Lee atentamente este cuento.

2. Si tú fueras el viejo chismoso, ¿qué juguetes pondrías en la mitad llamada «para niñas»? ¿y en la de «para niños»? ¿por qué?

3. Ciertamente existen muchas personas que actúan de modo similar al «Viejo Chismoso», ¿sabes quiénes son?, ¿qué dicen?, ¿qué razones dan?, etc. En la vida real, ¿en qué lado de la valla te pondrías?

4. En la vida real existe una muralla invisible entre las niñas y los niños que los mantiene separados, ¿en qué se nota?, ¿es cierto que a los niños y las niñas les molesta esta muralla que existe entre ambos, como sucede en el cuento, e intentan encontrar una solución? ¿Por qué crees que existe esta muralla?, ¿está en todas partes y en todos los lugares?, ¿de qué depende?

5. ¿Siempre que estás con juguetes te diviertes?, ¿siempre que te diviertes estás con juguetes?




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