¿QUE APRENDEMOS CON LOS JUGUETES?
LOS JUGUETES ALGO MUY SERIO
Al ser conscientes del papel del juego en el modelo de sociedad que tendrán los niños y niñas, hemos considerado la acción del juguete como elemento clave del juego sobre el que podemos influir en cuanto a diseño cantidad, cualidades, etc. De ahí que intentemos valorar la acción que ejerce a nivel educativo y al decir educativo nos referimos a su mas amplio sentido (formación de conceptos, aptitudes, expectativas, socialización, ...), considerando los juguetes desde los primeros contactos que se establecen con ellos, analizando la influencia del actual tipo de juguete (por contraste al tradicional) y, finalmente, evaluando el tipo de relaciones que crea y la imagen que del mundo nos presenta.
Desde siempre, los niños y las niñas de todas las épocas y todos los pueblos han jugado, respondiendo a la necesidad de actividad que tienen. Necesidad de moverse, curiosear; de coger los objetos que les son próximos, manipulando y experimentando con ellos. Necesidad de crear, de relacionarse, expresarse, intercambiar vivencias, acciones, pensamientos, sentimientos.
Conforme el niño y la niña van creciendo el juego va cambiando. Al principio es muy elemental y le sirve para desarrollar sus habilidades motoras y tomar contacto con la realidad manipulando los objetos que tiene a su alcance.
Más adelante el niño/a sustituirá la acción real por la acción imaginaria, creando un mundo a su medida, a caballo entre su imaginación y el mundo de los adultos/as, al cual quiere pertenecer pero lo puede.
Representando a diversos personajes, conocerá e interiorizará las complicadas relaciones sociales que rigen en el mundo en el cual tendrá que moverse. Muchas veces en este espacio modificará la realidad corrigiendo sus aspectos desagradables o conflictivos, ayudándole así a entenderlos y superarlos. En el juego el niño/a podrá expresarse y comu nicarse libremente. Conforme la niña y el niño crecen cada vez más, adaptarán su juego al de los otros/as, tomando símbolos y reglas comunes. Reglas que respetaán, ejercitando su capacidad de autocontrol y autonomía.
Desde este enfoque, el juego, además de ser a actividad que más placer da al niño/a, le ayuda a desarrollar todas sus funciones psíquicas, físicas y sociales, permitiéndole conocer mejor el mundo exterior y tomar conciencia del papel que interpretará y afirmar de esta manera su propia personalidad.
Hay que buscar; pues, el tiempo y el espacio para el juego y ser muy conscientes del papel que tiene en su desarrollo. Y teniendo en cuenta que a través de los juguetes canalizamos el juego, nos parece fundamental analizarlos.
Los primeros juguetes con los que el niño/a va a jugar, durante horas, van a formar parte de su propio cuerpo, sus manos, sus pies, ... Luego establecerá relaciones con objetos extraños que intentará comprender; explicar e incorporar dentro de sus esquemas mentales, de ahí que todo aquello que esté en contacto con el bebé, y por lo tanto también los juguetes, será un reflejo del cosmos y formará parte de la imagen que del mundo vaya creando y de los modos de relación que con éste establezca.
Así el niño o la niña establecerá marcos de referencia ligeramente distintos con un sonajero de plata o con un oso de peluche. El primero además de moverse y producir sonidos, es rígido y suele estar frío; el segundo es blando y cálido. En esta búsqueda de relaciones «causa-consecuencia» se irán formando conceptos tales como: blando, rígido, estable, suave, etc, y a través de estos se irá creandó su concepción del mundo.
Según las niñas y los niños vayan creciendo los juguetes no sólo serán un reflejo del mundo sino que también con ellos crearán un microcosmos a imitación del que conocen.
El problema aparece no sólo (aunque esto es también importante) en relación a la imagen que los juguetes ofrecen del mundo, sino sobre todo en la medida en que esta representación del mundo y la participación de la niña o el niño en éste está definida, delimitada y en definitiva constreñida. Es decir; no será lo mismo si un niño o una niña juega con arena, ladrillos, agua, palos, cazuelas... (con todo tipo de objetos y formas) a que si sus únicos juguetes son de plástico y metal, y además todo lo que se puede hacer con ellos está ya organizado, léase: ordenarlos de mayor a menor; meter y sacar piezas, accionar botones... Puesto que en el primer caso establecerá una relación creativa, en la que experimentará y reflejará su experiencia, y en el segundo caso las posibilidades y su participación estarán restringidas.
LA INDUSTRIALIZACION EN JUEGO
No podemos olvidar que hay que dar al juguete su justo valor y en definitiva desmitificarlo, nos referimos sobre todo al juguete comercial. Y decimos juguete comercial puesto que cualquier cosa puede convertirse en una muñeca o en un barco en un momento dado.
Consideramos que el juguete ha sufrido un cambio sustancial al ser asimilado por el sistema económico como un producto más de consumo, supeditando así el valor educativo y lúdico al económico y lucrativo. Los juguetes comerciales no son necesarios, una prueba de ello lo vemos en que nuestras abuelas y abuelos nunca han comprado juguetes y siempre los han tenido. Por otro lado los juguetes son un reflejo del aislamiento urbano, como no hay campo (vivimos en unos pocos metros cuadrados) ni amigos/as (viven lejos) y tanto el padre como la madre andan ocupados, la mejor manera de mantener a los ni-ños y las niñas quietas/os y entretenidas/os, aparte de la televisión , son los juguetes. Incluso muchas veces utilizamos los juguetes como sustituto de las relaciones interpersonales, así regalamos un juguete para expresar cariño o aliviar nuestra mala conciencia por no dedicar tiempo a nuestras/os pequeñas/os.
Para poder llegar a una valoración más objetiva hemos de considerar la evolución sufrida por el juguete a raíz de su incorporación a la «rueda» del sistema económico. La historia del juguete de modo simplificado la podríamos dividir en tres etapas: Habría una primera etapa en que la construcción seria casera y manual. Una segunda etapa en que los juguetes no cambian sustancialmente pero si su fabricación , que pasa a ser industrial. Y una tercera etapa, en la que ahora nos encontramos.
En esta tercera etapa la fabricación se racionaliza y las características intrínsecas de los juguetes cambian; se pierde su tradición. Se hacen estudios psicológicos, pedagógicos, sociológicos y económicos sobre el tipo de juguetes que se van a construir; se ensayan y rectifican. Fisher-Rice tiene un equipo de especialistas que observan cuidadosamente los juegos de las niñas y los niños. Cuando una niña/o montándose en un palo juega a los caballos, Fisher-Price construye caballos. Si además observa que realiza unos movimientos o saltos extraños, el fabricante ofrece un caballo que se mueve y, finalmente, si se da cuenta que a los niños/as les gusta emitir ciertos sonidos, construye un caballo que galopa y relincha; desgraciadamente poco o nada le queda al niño o la niña por hacer; más que contemplarlo con admiración.
Los juguetes han sufrido una evolución considerable que ha hecho desaparecer los juguetes simples construidos con objetos y materiales próximos (un muñeco se podía hacer con una patata o un silbato con unos juncos). Juguetes con los que se establecía un vínculo afectivo fuerte puesto que o habían sido hechos pensando en el niño o la niña a quien iban a pertenecer; o bien se establecía una relación duradera y continuada (un juguete podía durar toda la vida). Estos juguetes eran únicos, tenían una identidad, reflejaban una cultura y permitían aflorar la riqueza y la pluralidad de un grupo. Además establecían una relación creativa y participativa con sus dueños. El juguete, especialmente los más sencillos (unos palitos y un ovillo) llegaban a ser juguetes en la medida en que eran manipulados, y se establecían relaciones simbólicas con ellos. Los niños y las niñas no necesitan juguetes que hagan todo tipo de artilugios, ellos mismos tienen todos los poderes y el universo que les rodea rebosa de plenitud.
Nos encontramos ahora con juguetes muy distintos, se trata, como ya se mencionó, de juguetes que han sido asimilados y diseñados dentro de las ciencias de la tecnología y de la economía; juguetes con los que aprendemos e iniciamos el juego del consumismo (antes de que nos cansemos de él o se haya roto o ya tengamos otro) además de potenciar unos valores muy determinados: «el que más juguetes tiene, es el mejor (o el más feliz o más querido)». De hecho, en la mayoría de los casos no son juguetes para jugar sino para «poseerlos», verlos, mostrarlos y finalmente admirarlos; son juguetes que dejan muy poco espacio para la aportación libre de las niñas y los niños.
Nos preguntamos a veces si son (las niñas y los niños) un pretexto para ser construidos, y si son tenidos en cuenta; de hecho se construyen en serie con una forma, tamaño, color; funciones y por supuesto valor social determinados; sin que en ello puedan decir algo los interesados/as. Los juguetes, en definitiva, participan en la imposición de un monopolio cultural que supone favorecer un proceso de despersonalización y empobrecimiento.
Este tipo de características, aunque no determinan la vida de las chicas y los chicos puesto que reciben otras muchas influencias, no dejan por ello de tener importancia puesto que junto con otros factores (mass media en general) les enseñan una relación con las cosas consumista, lejana, distante, ya hecha, pasiva... ¿nos podremos extrañar si ante un pedazo de arcilla les cuesta imaginar o crear algo?, o ¿si no cuidan sus juguetes y en general sus cosas?
UNA IMAGEN DEL MUNDO
Por último nos preocupa qué imagen del mundo dan los juguetes y las repercusiones que tienen en el proceso de socialización de los niños y las niñas. Esto es importante puesto que (sobre todo hasta los 6 años) pasan con sus juguetes la mayor parte de su tiempo y es a partir de ellos que reproducen el mundo y lo van interiorizando (adaptación-asimilación, Jean Piaget).
Nos preocupan los roles y los modos de relación que fomentan. Por un lado observamos que tanto las niñas como los niños juegan con muñecos, aunque de un modo bien diferenciado: mientras ellas reproducirán tareas relacionadas con la maternidad, el cuidado de los demás y de su apariencia física; ellos reproducirán enfrentamientos bélicos o trabajos asignados a su género. De alguna forma es a través de la reproducción de esos roles y formas de relación que los chavales y las chavalas se van preparando psíquicamente para el desarrollo de dichas tareas en la vida adulta.
Nos preguntamos qué es lo que realmente aprenden, qué campos quedan acotados, qué valores, qué habilidades, qué actitudes y qué aptitudes desarrollan.
El interés de jugar con ciertas muñecas estriba en adornar y cambiar su apariencia y hacerla uanto más atractiva mejor; y con ello no sólo se prenden roles (mujer-objeto) sino también hábitos consumistas.
Es positivo fomentar el cuidado de las personas y las cosas mientras no se vincule a un género (a las niñas) ni su desarrollo sea incompatile con otros (intelectual, físico...).
Es negativo reproducir enfrentamientos bélicos a que en la base encontramos la perpetuación e un sistema social, un modelo de sociedad competitiva, violenta y represiva que divide el mundo en buenos y malos y que exalta el afán de dominio y poder como valores en si mismos. Fomentan relaciones de desconfianza, de miedo, de ansiedad, de rivalidad, de rencor; etc, que de alguna manera preparan a los niños para la guerra, para que ésta sea algo tan natural y lógico que ni se cuestione.
De igual modo enseñan a los niños un modo único de resolver los conflictos -con la fuerza de violencia- y un modo determinado de estableer relaciones con pueblos distintos (gigantes, indios, extraterrestres); en lugar de promover relaciones en las que se intercambien costumbres y que creen lazos (dando cabida al desarrollo imagiativo, creativo, a la cooperación, al diálogo, a la iversión compartida...) se crea un asociación inmediata: pueblo distinto = pueblo enemigo.
En cuanto al tipo de juguetes que preparan psiquica y físicamente sólo a los niños para trabajos ue nosotras también sabemos y podemos haer (agricultura, construcción, mecánica...), pero que culturalmente desempeña el género masculio, lo que en un principio puede ser sólo un juego (prohibido para nosotras) acaba por convertirse en una realidad (prohibida).
Existen tres razones que generalmente se utilizan para defender los juguetes bélicos, sexistas, consumistas, etc, estas son: (1) En la realidad existe violencia, guerra, diferencias de clase y de género, competitividad... y los niños y las niñas tienen que conocer la realidad y aprender a vivir con ella, no se les puede tener apartados en un mundo ideal inexistente. (2) Los juguetes bélicos canalizan la agre sividad de los niños; los sexistas, los instintos... (3) Son los juguetes que niños y niñas piden espontáneamente. Los tres argumentos adolecen de falta de peso y de justificación pedagógica.
En primer lugar; lo que se le presenta al niño y a la niña es una realidad simplificada y estereotipada en buenos y malos; desvirtuada en héroes (super-humanos); parcializada, ya que sólo presenta una parte muy concreta de la realidad; así por ejemplo de la violencia, sólo aparece la violencia física, dejando oculta la estructura, que es en la que radican las verdaderas causas por las que la primera aparece, las que si deberían conocer (desigualdades, explotación, etnocentrismo racismo...); de los juguetes sexistas, en los que todo gira en torno al embellecimiento de las mujeres, se obvia el hecho de que cuando estas niñas crezcan tendrán dificultades para estar satisfechas con su propio cuerpo, puesto que éste nunca se acercará a los cánones de la moda. Además si queremos ser fieles a la realidad, los juguetes deberían reflejar otras circunstancias también existentes, tales como el suicidio, la heterosexualidad, la homosexualidad, las drogas, etc. (la diferencia es que mientras la violencia directa es importante que quede legitimada, las otras facetas de la realidad deben de mantenerse en la marginalidad).
En segundo lugar; se argumenta que estos juguetes (bélicos, sexistas...) canalizan los instintos (agresividad, maternidad...). Si enseñamos a los niños a canalizar su agresividad a través de los juguetes bélicos, cuando sean adultos, si no han aprendido otras formas, tal vez, también lo hagan a través de las armas. Hay, por un lado, que crear modos constructivos y creativos de canalizar esta agresividad, y por otro buscar las causas que provocan esta agresividad (sistemas educativos represivos, relaciones interpersonales autoritarias y despersonalizadoras...). Decir que los juguetes sexistas canalizan los instintos (ligados al sexo) es un error puesto que lo que hacen no es potenciar instintos sino limitar posibilidades de desarrollo futuro tanto a los niños como a las niñas; y lo peor es que en el desarrollo de estas actitudes y aptitudes unas recibirán una valoración inferior a la otras (los sentimientos, las relaciones interpersonales, por ejemplo, serán siempre valorados por debajo de la fuerza o el poder), por ello no es que los juguetes canalicen instintos sino que aseguran la perpetuidad de una diferenciación por géneros jerarquizada y patriarcal.
En tercer lugar; las niñas y los niños piden muñecas y pistolas porque es esto lo que ven en la TV, de hecho la mayoría de las veces lo piden con su nombre comercial. Es ingenuo pensar que los gustos de los niños están libres de la influencia de la publicidad cuando ni las personas adultas lo conseguimos.
Existe otro tipo de juguetes como son los juegos de mesa o de sociedad que constituyen una forma de aprendizaje de la realidad y que funcionan como medio masivo de comunicación y precisamente por ello deben ser analizados.
El problema comienza con el tipo de información que difunden y que ocultan . ¿Es cierto -como muestra el Petropoli- que los pozos de petroleo se pueden comprar con tanta facilidad, que no importan los habitantes de la zona ni los cambios que experimentan en sus vidas?
También son cuestionables las reglas del juego y la relación entre los jugadores/as en tanto que supuestamente pretenden ser un reflejo de la sociedad. ¿Son las reglas rígidas o flexibles?, ¿se pueden cambiar cuando se crea oportuno?, ¿se deciden entre todas y todos los que van a participar; o todo está ya decidido?, ¿son criticables?, ¿qué tipo de relaciones establecen entre los jugadores/as, cooperativas o competitivas, basadas en el intercambio o en el enfrentamiento, en la lealtad o en el engaño?
PARA FINALIZAR
No podemos decir que en el mundo no existan reglas que se nos resistan que no podamos cambiar; ni que no exista competitividad o guerra; estaríamos negando la evidencia. Pero estas son verdades parciales y hasta nos atrevemos a decir mentiras, si no se les añade algo, si no se completan. Así, deberíamos decir: en el mundo existen reglas (injustas) que solos no podemos cambiar; pero que todas y todos juntos Sí; existe competitividad, pero la cooperación además de ser más constructiva llega más lejos; hay guerra, pero esta no es la única manera de solucionar las tensiones entre las personas. Nuestros niños y nuestras niñas crecen junto a un tipo de juguetes, de información, de reglas, y con ese tipo de mundo se sentirán familiarizados y por desgracia posiblemente a gusto.