LA DOLOROSA EXPERIENCIA DE SER APÁTRIDA


La dolorosa experiencia de ser apátrida
Una carta de los territorios ocupados
Ejercicios sugeridos
Carta Internacional de Derechos Humanos


LA DOLOROSA EXPERIENICIA DE SER APATRIDA

Objetivos

Los alumnos deberán:


Componentes de la enseñanza




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LECTURA: UNA CARTA DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS

Un periodista que acaba de aceptar la tarea de informar sobre los territorios ocupados -llamémoslo David Miles- describe sus impresiones en una carta a un amigo. (La siguiente "carta" se basa en material que posee el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente.)

Querido Terry:

Te agradezco tu carta con todas las noticias de la familia. La recibí la semana pasada en Hebrón (Ribera Occidental). Estoy, aún trabajando en mi historia sobre el pueblo palestino.- Después de visitar varios campamentos de refugiados palestinos de la región y de ser testigo del levantamiento en la Ribera Occidental he podido reunir, aquí y allá, imágenes de un pueblo lleno de ira y, frustración.

Permíteme que te cuente la historia de tres personas que conocí hace muy, poco. Todas ellas han perdido sus casas y se han visto obligadas a vivir en distintas partes del Oriente Medio en albergues improvisados durante años y años. La verdadera tragedia es que estas personas no son la excepción sino ejemplos típicos de la vida en Palestina.

Aquí en Hebrón, una de las más viejas ciudades de Palestina, me encontré ayer con Abdel-Qader, único sobreviviente de la familia Bustami. En una vieja casa de piedra, cerca de la entrada a la ciudad, vive solo. Hace menos de 50 años, la familia Bustami era una de las más ricas de Ramleh, cerca de Jaffa, donde nació Abdel-Qader.

"Durante más de mil años cultivamos esas tierras" -recuerda Abdel-Qader- "pero todo cambió en 1948".

Permíteme darte algunos antecedentes. En la primera mitad del siglo XX, cuando Palestina era administrada por Gran Bretaña de acuerdo con arreglos establecidos por la Sociedad de las Naciones, las tensiones entre palestinos y judíos comenzaron a aumentar. Durante la Primera Guerra Mundial, los ingleses expresaron su apoyo tanto a los árabes como a los judíos de Palestina. Luego, el Gobierno británico aprobó la Declaración de Balfour, nombre tomado del Secretario de Relaciones Exteriores que la firmó. La Declaración preveía el establecimiento de un territorio patrio judío en Palestina, alentando así la emigración judía en gran escala.

Ha habido una constante emigración judía en los decenios de 1920 y 1930. Después de la segunda guerra mundial hubo una gran inmigración. Para los judíos, muchos de ellos marcados por vida por las atrocidades cometidas por los nazis en Europa, su entrada en Palestina era causa de celebración; para los árabes palestinos era causa de temor, porque amenazaba con hacerles perder sus tierras. Los árabes se rebelaron y organizaron protestas.

El Oriente Medio se había convertido para ese entonces en el escenario de una violencia casi continua. En 1947 los británicos decidieron renunciar a su mandato sobre Palestina y, endosar la cuestión a las Naciones Unidas, que patrocinaron la creación de un Estado árabe y otro Estado judío en el territorio comprendido en el mandato británico.

En 1948, de acuerdo con el plan de partición de las Naciones Unidas, Israel se convirtió en un Estado independiente. Pero el Estado árabe de Palestina jamás tuvo existencia. Los árabes se rehusaron a aceptar el plan de partición, que había asignado 56% del territorio a los judíos, en ese entonces en su mayoría inmigrantes recientes que sólo constituían una tercera parte de la población total de Palestina. Como resultado, tan pronto como se proclamó el Estado de Israel comenzaron las hostilidades entre judíos y, palestinos con el apoyo de los países árabes vecinos.

Los miembros de la familia Bustami fueron parte de los casi tres cuartos de millón de árabes de Palestina que perdieron sus hogares y, sus medios de vida como resultado de la guerra de 1948. De un día para otro Jaffa, que de acuerdo con el plan de partición había de convertirse en un enclave árabe dentro del territorio Judío, pasó bajo control israelí. En medio de estos disturbios, los Bustami huyeron de las que habían sido sus tierras durante siglos para escapar a la Ribera Occidental del río Jordán. Ellos, al igual que miles de otros palestinos, se convirtieron en refugiados.

Actualmente casi ciego e incapacitado, Abdel-Qader debe depender casi exclusivamente del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en el Cercano Oriente (OOPS), establecido en 1949 para proporcionar asistencia a los refugiados.

Abdel-Qader está viejo y, enfermo, pero no ha dejado de soñar. Algún día, cree, regresará a su hogar, la vieja casa de los Bustami, en Ramleh.

En la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde mahometanos y judíos continúan viviendo unos junto a los otros, conocí a otro viejo árabe que podía relatar una historia similar. Oriundo de la aldea de Yalo, en las cercanías de Jerusalén, resultó desplazado como consecuencia de otra guerra entre Israel y Egipto, Jordania y, Siria, que ocurrió en 1967. La guerra duró sólo seis días, pero en ese plazo Israel adquirió control de todo el territorio que se había asignado a los palestinos en el plan de partición de las Naciones Unidas. Incluía esto la Ribera Occidental del río Jordán, la Franja de Gaza y el Jerusalén Oriental. El Sinaí egipcio y, parte del Golán sirio también quedaron bajo control israelí. Como resultado de esta guerra perdieron su hogar otros 500.000 palestinos la mitad de ellos por segunda vez.

La primera guerra árabe-israelí no destruyó la casa del anciano de Yalo. Pero después de la guerra de 1967 Yalo y, otras dos aldeas árabes fueron demolidas. En el sexto día de la guerra se informó a los aldeanos que debían abandonar la aldea. Huyendo de las hostilidades, el anciano y su familia buscaron refugio en un campamento en las afueras de Jerusalén. Sigue siendo allí un refugiado. Yalo, su vieja aldea, es ahora un parque.

Poco después de la guerra de 1967, los israelíes comenzaron a establecer asentamientos en los territorios ocupados. Se expropiaron edificios de propiedad árabe y, se expulsó a sus habitantes. Entre 1967 y 1979 se crearon unos 133 asentamientos judíos en los territorios ocupados y desde ese entonces el número ha estado creciendo a un ritmo cada vez mayor.

La vida no es mejor para los palestinos que lograron escapar a la ocupación y encontrar refugio en los países árabes vecinos.

En Beirut conocí una familia palestina que luchaba por sobrevivir y mantenerse unida. Mona Hubta, una mujer de unos treinta años, vive hacinada en una pequeña habitación con sus anciano padres y cuatro hijos. La familia de Mona es oriunda de una vieja aldea árabe de Jaffa y, cuando se desataron las hostilidades en 1948, se vio obligada a abandonar su hogar con todas sus pertenencias. Su búsqueda de un refugio seguro la llevó al Líbano, el país vecino.

Con el correr del tiempo la familia terminó asentándose en la zona de Beirut occidental, que se desarrolló hasta ser el actual campamento palestino de Shatila. Miles de palestinos que huían de la guerra y la devastación que asolaban su patria encontraron refugio en este campamento. Mona prácticamente creció en el campamento, donde también se casó. Su marido enfermó aproximadamente al tiempo que el ejército israelí preparaba un ataque contra los palestinos en 1982. No pudieron encontrar una ambulancia y el marido murió por falta de atención hospitalaria.

Siguió a la invasión israelí un ataque contra los palestinos de los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila. La familia Hubta recogió las pocas pertenencias que poseía y huyó a la región de Basa, en Beirut. Seis meses más tarde, al regresar con toda clase de precauciones a Shatila, encontraron que su antiguo refugio estaba destruido.

Mona y, los seis familiares a su cargo se mudaron una vez más, primero a Jiyyeh, al sur de Damour, y luego de vuelta a Shatila. Como la violencia continuara en Beirut occidental, en 1985 se volvieron a mudar, esta vez a la relativa seguridad de un edificio que había sido destruido por una bomba.

La familia Hubta, como miles de otras, depende también del OOPS, del que recibe raciones de alimentos y atención médica. Los hijos de Mona concurren a las escuelas del OOPS en la región de Sabra. El mayor, Hilal, está inscrito en las listas del OOPS como jefe de familia.

En toda la región viven desperdigadas familias como la familia Hubta. Para la mayoría la vida ha sido una historia continua de sufrimientos y privaciones. Existen ahora unos 5 millones de palestinos en todo el mundo. En su mayor parte continúan viviendo en territorios ocupados por Israel y en los países árabes vecinos. La búsqueda de trabajo y, de seguridad ha llevado a muchos a los países del Golfo, a Europa y a los Estados Unidos.

No es correcto, sin embargo, suponer que todos los palestinos son refugiados. En la Ribera Occidental en la Franja de Gaza, casi la mitad de la población palestina es nativa. Ha vivido allí durante siglos y, gran parte de la población posee casas y, cultiva sus tierras. Tanto dentro como fuera de los territorios viven muchos palestinos que han logrado el éxito. Entre ellos se cuentan numerosos profesionales y escritores bien conocidos prósperos comerciantes. Están unidos por un sueño que abrigan en común. El sueño de un territorio patrio.

El problema palestino ya tiene más de 40 años. De aquí, ¿A dónde irán los palestinos? ¿Cómo podrá resolverse su problema? La respuesta no es fácil.

Las Naciones Unidas, con el apoyo de un número considerable de sus miembros, han pedido reiteradas veces que se celebre una conferencia internacional de paz sobre el Oriente Medio. Las Naciones Unidas reconocen que la cuestión palestina es la médula del problema del Oriente Medio y creen que una conferencia de paz, en la que participen todos aquellos involucrados en el conflicto del Oriente Medio, incluida la Organización de Liberación de Palestina, podría elaborar una fórmula de paz.

Sin embargo, no todos los miembros de las Naciones Unidas creen que esta idea sea realista. El Secretario General de las Naciones Unidas informó en 1989 que no todos los países interesados estaban preparados para tomar parte en una conferencia de ese tipo.

Mientras los políticos continúen negociando la posible solución del problema palestino, los palestinos seguirán sufriendo.

Es posible que esta carta ya sea demasiado larga, pero quizá no lo sea lo suficiente para poder describir las penurias de un pueblo que carece de un territorio patrio.

Un saludo cordial de

David


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EJERCICIOS SUGERIDOS

  1. Piense en el país al que pertenece. ¿Qué significa para usted? Como ciudadano de su país, ¿cuáles son sus derechos? -Qué es lo que da a cambio? ¿Cómo se sentiría si no perteneciera usted a un país?

    Escriba un breve párrafo relacionado con lo siguiente para facilitarle la organización de sus pensamientos:
    1. Yo soy un (escriba su nacionalidad y de qué modo está usted orgulloso del pueblo que constituye su patria).
    2. Mi familia ha vivido (ponga el lugar y una breve historia de donde ha venido originalmente su familia).
    3. Los niños de mi país (cuántos años van a la escuela, cuál es la atención médica de que disponen, qué tipo de vivienda tienen, cuándo pueden votar y, participar en la vida política del país).
    4. Yo soy, un ser humano. . . (cuáles son las esperanzas, las aspiraciones y, las necesidades que tiene usted en común con todas las demás personas).


  2. Considere la situación de los tres palestinos que se mencionan en la carta escrita por el periodista. ¿Cómo cree usted que sus vidas y, las vidas de sus hijos se comparan con la de las personas de su país? ¿Cuál es la diferencia?

  3. Determine cuáles son los derechos que se le niegan al pueblo palestino después de leer un resumen de la Carta Internacional de Derechos Humanos que figura en la página siguiente.



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CARTA INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS

La Asamblea General de las Nociones Unidos aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, una declaración que se ha convertido en el patrón de medido para medir el cumplimiento de las normas sobre derechos humanos. Dos tratados adicionales de cumplimiento jurídico obligatorio -el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales- reconocen y definen en más detalle lo mayor porte de los derechos establecidos en la Declaración. Estos tres instrumentos, tomados en conjunto, se conocen con el nombre de Carta Internacional de Derechos Humanos.

Declaración Universal de Derechos Humanos

Esta Declaración, constituida por 30 artículos, destaco el hecho de que todos los seres humanos nacen libres e iguales y tienen todos los derechos y libertades fundamentales proclamados en lo Declaración.

Los derechos civiles y políticos enumerados en lo Declaración incluyen el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona y a lo libertad de la esclavitud y de lo tortura, el derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, el recurso judicial y a un juicio equitativo, el derecho a abandonar cualquier país, incluso el propio, y el derecho a casarse, a fundar una familia y a ser propietario. También se enumeran la libertad de pensamiento, de conciencia, religión, opinión, expresión y reunión, así como el derecho a tomar porte en el gobierno de su propio país.

La Declaración Universal proclama también los derechos económicos, sociales y culturales a los que todos tienen derecho "como miembros de la sociedad". Incluyen éstos el derecho a trabajar y a igual pago por igual trabajo, o la educación, al tiempo libre, a la seguridad social y un nivel adecuado de vida, así como el derecho o participar en lo vida cultural de la comunidad.

La Declaración, aprobada el 10 de diciembre de 1948, se proclamó como el "Ideal común por el que todos los pueblos y nociones deben esforzarse" en relación con los derechos humanos. Este día se conmemora todos los años como el Día de los Derechos Humanos.

Pactos Universales de Derechos Humanos

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos fueron aprobados por la Asamblea General en 1966. Estos pactos tienen carácter de tratados y las nociones que los ratifican convienen oficialmente en respetar sus disposiciones.

A, fines de diciembre de 1989 el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales había sido ratificado por 93 Estados, y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por 87.

Ambos pactos se basan en la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero los derechos abarcados no son idénticos. El derecho más importante tratado en ambos Pactos que no está contenido en la Declaración es el derecho de los pueblos a la libre determinación, incluido el derecho de los pueblos a disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales.

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales trata de las condiciones de trabajo, los sindicatos, la seguridad social, la protección de la familia, los niveles de vida y de salud, de educación y de vida cultural. Dispone la realización plena progresiva de estos derechos sin discriminación. Los Estados que han ratificado el Pacto presentan informes periódicos sobre su progreso hacia la promoción de estos derechos al Consejo Económico y Social, uno de los seis órganos principales de las Nociones Unidas.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos trata de la libertad de movimiento, la igualdad ante la ley, la presunción de inocencia, la libertad de conciencia y religión, la libertad de opinión, expresión y reunión, así como el derecho a reunirse con fines pacíficos, la libertad de asociación, lo participación en asuntos públicos y en las elecciones, y los derechos de las minorías.

El Pacto prohibe la privación arbitraria de la vida, la tortura y otros tratos o penas crueles o degradantes, la esclavitud y el trabajo forzoso, el arresto o la detención arbitrarios y la injerencia arbitraria en la vida privada, la propaganda a favor de la guerra y la promoción del odio racial o religioso que constituye una incitación a la discriminación o a la violencia.