CARTAS POR LA PAZ

JOSÉ A. ANTÓN VALERO
ENTREPUEBLOS


Introducción
Propuesta de actividades
Carta de Arda Bartaseh, 17 años
Carta de Arees Duayeb, 16 años
Carta de un soldado, 19 años
Carta de un estudiante, 17 años
Carta a Lara, 17 años
Carta de Alon, H., 17 años


INTRODUCCIÓN

Cartas por la Paz expone la situación vivida durante años en Palestina desde la experiencia personal de algunos de sus protagonistas, presentadas con el formato tal y como fueron intercambiadas entre sus autores.

Se han escogido extractos de las mismas para hacer más ágil su lectura. Dos cartas más extensas de jóvenes palestinas que aportan, en un primer momento, suficiente información y posicionamiento ante el conflicto; y otras cuatro de jóvenes israelíes que desde una u otra perspectiva dan sus puntos de vista.

El objetivo central del Bloque 1, es conseguir una primera aproximación al problema planteado como tema de investigación (el conflicto palestino-israelí) y sus protagonistas. De esa manera se produce un acercamiento inicial relativamente contextualizado a través de una presentación que al alumnado le puede resultar atractivo (en forma de cartas y escrita por jóvenes) y con una narración expuesta coherentemente, si se unen unos textos y otros. En las cartas se nos habla del inicio de la Intifada, de la ocupación israelí, de la represión, de la deportación, de la posibilidad o no de convivencia entre las dos comunidades, de la existencia de un movimiento pacifista en ambos lados (israelí y palestino), de las contradicciones en las que viven algunos soldados del ejército hebreo, de la necesidad de vigilar la seguridad de los israelíes frente al terrorismo palestino...

Arda, Arees y la soldado se muestran de acuerdo con la causa palestina y con la convivencia entre dos estados. En esto último también Alon.

Sobre la Intifada, Arda y Arees le dan todo su apoyo, la soldado la comprende y no están de acuerdo Alon, la chica y la estudiante. Aparecen críticas a los palestinos por la falta de receptividad a un acuerdo de paz hecha por los israelíes (Arees) o los palestinos (Alon).

Los políticos no llegan a acuerdos y manipulan a la oposición pública (la soldado y Alon), y llevan a contradicciones dentro del ejército israelí entre los militares (la soldado). Hay críticas por parte israelí a los movimientos por la paz en Israel por ser izquierdistas (estudiante israelí), o bien lo contrario, es decir la debilidad del movimiento pacifista (la soldado).

En conjunto, lo expuesto trata de conectar con lo que nuestro alumnado puede ya saber del conflicto palestinoisraelí (probablemente a través de las imágenes de la TV). Sin caer en el peligro de una exposición exhaustiva, se trataría de que sirviera para enmarcar el porqué y mostrar los puntos de vista que son contradictorios y diversos, situándolos en el tiempo.


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PROPUESTA DE ACTIVIDADES

Para hacer una aproximación ordenada sería recomendable realizar un listado de datos aportados, acontecimientos reseñados y tipos de opinión aparecidas en las Cartas.

Posteriormente deberían preguntarse qué saben sobre todo ello y plantearse las carencias ya que existen multitud de elementos que nos harían falta para poder comprender el conflicto en su conjunto (datos, fechas, opiniones, desarrollos en el tiempo). Es posible que todo esto les recuerde que existe un proceso negociador en marcha y traten de requerir el estado actual de esas negociaciones. Convendría ordenar todas estas necesidades y faltas de información, intentando situar los problemas históricos ante los que se enfrentan y plantearse la necesidad de comenzar a investigarlo.

Para facilitar la recogida de esta primera información se podría situar en el cuaderno de trabajo estas ideas en tres columnas:

Datos / Acontecimientos / Opiniones















Qué sabemos                    















Carencias                    
















VALORES Y ACTITUDES

  • Valoración de lo que se sabe sobre el problema y certeza o no en las propias ideas.
  • Responsabilidad y defensa de las propias opiniones.
  • Valoración crítica del diálogo como instrumento para consolidar la convivencia.
  • Rechazo crítico de las situaciones de injusticia.
  • Desarrollo de la sensibilidad y la imaginación.
  • Búsqueda de marcos comunes de diálogo.
  • Respeto crítico a las diferentes opiniones.
PROCEDIMIENTOS

  • Realizar un comentario de texto.
  • Valorar lo que se sabe sobre el tema desde los medios de comunicación.
  • Identificar diferentes posturas.
  • Recordar ordenadamente las impresiones y datos percibidos.
  • Contrastar fuentes de información contradictorias a propósito del estudio de un mismo aspecto.





CONCEPTOS

  • Aproximación empática al problema.
  • Presentación de seres humanos concretos pero definidos por su entorno sociopolítico.
  • Duración (variabilidad o permanencia de la acción narrada).













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Tenemos un país de palabras. Habla, Habla para que apoye un camino en las piedras, en las piedras. Tenemos un país de palabras, habla, habla para que conozcamos un limite a este viaje.

Mahmud Darwish


Me alegro de tener la ocasión de poder expresar aquí los sentimientos de una muchacha palestina, de contare a ti, joven israelita, lo que estamos soportando en estos momentos, lo que llevamos soportando desde hace diecisiete meses, desde el día en el que nos sublevamos. Espero que me comprendas. ¿No te parece que todos los hombres desean ser libres y vivir en paz?. Pero, para nosotros, desde la ocupación de nuestro país, la paz y la libertad no son más que un sueño. El combate que llevamos a cabo es el combate por la libertad, por el derecho a decidir nuestro propio destino. La rebelión está presente en la vida de todo palestino que vive bajo el yugo del ocupante. Se me encoge el corazón cuando pienso en esos trescientos mil alumnos a los que se les ha privado del derecho a aprender por atreverse a expresar, frente al ocupante, su amor por la libertad, por reclamar su derecho a vivir en paz y bajo su propia bandera.

Es un terrible castigo. ¿Queréis hacer de nuestros hijos una generación de analfabetos? Es tan injusto, tan mezquino. No sólo se nos impide instruirnos, sino que se nos golpea, se nos encarcela, se nos ofende.

Vuestros bulldozers aplastan nuestras casas y a muchos palestinos se les deporta nada más que por haber expresado con mucha claridad su deseo de vivir en el país de sus mayores. Quieren vivir sobre la tierra que cultivaron sus abuelos, allí donde están las raíces de sus antepasados. Quieren vivir en su país, no en otro sitio.

Si te escribo todo esto, yo, joven palestina, a ti, que eres judío, es porque ambos queremos vivir en paz en este país, tanto tú como yo, tú y tu pueblo, yo entre los míos. Tú has nacido judío y yo palestina, esa es la única diferencia que existe entre tú y yo. ¿No podremos nunca vivir en el entendimiento, sin derramar sangre, haciendo que reine la justicia? ¿No podremos nunca vivir en perfecta armonía, como buenos vecinos?


Arda Bartaseh, diecisiete años. Alumna del colegio Schmidt de Jerusalén-Este.


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Para mí, la paz no es una palabra vana. Para mí, la paz significa patria, libertad, dignidad. Sin patria, sin libertad y sin dignidad no puede existir la paz; éste es el motivo por el que la Intifada nació un día de diciembre de 1987; y por eso más de seiscientos palestinos han muerto a manos de vuestros soldados.

Sin duda tú y tu pueblo pensáis que somos terroristas que se enfrentan a los civiles. Pero tal vez pertenezcas a uno de esos movimientos israelitas que intentan comprendernos, que desean que hay paz entre vosotros y nosotros. He sabido que vuestro pueblo sufrió mucho en Europa, en los años cuarenta, y antes también sufristeis mucho. Por eso justamente, no tenéis derecho a olvidar lo inhumana que es la tiranía. No es a nosotros a quienes ofendéis, sino a vuestra propia historia: la historia de un pueblo que en otros tiempos fue víctima de la tiranía.

Antaño, árabes y judíos vivían en paz en este país. Aquí y en la España árabe, desde hace muchos siglos; y en la España árabe conocisteis una de las más grandes épocas de vuestra historia.

Desde principios de este siglo, nosotros, los palestinos, hemos cargado con el yugo de la ocupación. La Intifada resume los sufrimientos del pasado y las esperanzas de un porvenir mejor. Eso es la Intifada; no son las piedras, ni los neumáticos quemados lo que importa, sino el móvil de nuestra acción. Todas nuestras manifestaciones no hacen sino expresar nuestra sed de libertad y de independencia. La juventud palestina, la chebab, nunca ha conocido una patria libre: la Intifada es su causa. La juventud palestina ha nacido y crecido en un país ocupado.

Hemos cometido muchos errores y esos errores nos han servido de lección. Nuestros dirigentes, la OLP y nuestro parlamento en el exilio han demostrado que quieren darle una oportunidad a la paz. Ahora os toca a vosotros, israelitas, hacer la otra mitad del camino. Nosotros dos, tú y yo, debemos servir a la causa de una paz que sea justa. Tal vez esta carta sea una de esas minúsculas piedras que construyan un puente entre vosotros y nosotros.


Arees Duayeb, dieciséis años Alumna del colegio Schmidt de Jerusalén-Este


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A Lara, Arda y a Layali

No quiero discutir con vosotros, puesto que vuestros reproches y vuestras reivindicaciones están perfectamente justificadas desde mi punto de vista. Yo también admito la legitimidad del combate palestino por la libertad y la autodeterminación. Pienso que, sin duda, os veis obligados a utilizar al fuerza para alcanzar una mayor influencia y un apoyo más amplio.

Nosotros, los judíos, estamos al otro lado de las barricadas. Y sin embargo, ¿acaso no pertenecemos ambos al mismo bando -al bando de la paz? Al bando de aquéllos que piensan que todos los hombres tienen derecho a vivir en paz y dignamente. Al bando de aquéllos que piensa que, una vez que haya llegado la paz, la mayoría de vuestros hombres, como los nuestros, vivirán en armonía. Pero los pacifistas, tanto en vuestro lado como en el nuestro, no son lo bastante fuertes como para poder ejercer alguna influencia sobre las decisiones políticas; ahí está el problema. La vida en este país es brutal y dura. La lucha por la supervivencia no tolera compromisos.

Esta tierra consagrada está amenazada por montañas de dinamita. La historia de este país es una larga historia de sufrimientos, una historia sangrienta. Aquí, la caridad bien entendida empieza por uno mismo. Conceder algo, por pequeño que sea, se transforma en una debilidad. Para los políticos de los dos bandos, la palabra "compromiso" es un insulto.

Muchas veces tengo el presentimiento angustioso de que en este país, pequeño pero tan bonito, dos pueblos corren hacia su perdición. Al perder su humanidad, su equilibrio espiritual, estos dos pueblos se están suicidando. Yo no puedo quejarme de mi suerte. Acabé mis estudios hasta COU, vivo en una bonita casa y soy una mujer-soldado del ejército de ocupación… esa es la realidad. Me resulta difícil imaginar una perspectiva política que sea real. Las gentes del pueblo, los obreros y las familias, son explotados y se agotan en este combate. Son ellos los que pagan por culpa de las ansias de grandeza de los políticos. En esta escalada continua de fuerza, se pierden los valores morales, tanto de un lado como del otro. Mis camaradas seguirán patrullando en vuestras calles, seguirán golpeando y encarcelando a la gente; bajo sus uniformes, son sensibles a vuestros sufrimientos y a vuestras angustias; a veces, algunos se identifican incluso con vuestro combate. Saben bien que ellos no están en su sitio. No soportan una situación en la que se encuentran contra su voluntad.

Los que creen en la paz son cada vez menos; en los dos lados son muy pocos. Nuestro bando es cada vez más marginal. Yo estoy en mi sitio, frente a vosotros; y, sin embargo, estoy de vuestro lado. Ya no sé qué hacer. Espero que, en medio de toda esta locura, sufráis el menor mal posible. Os deseo todo lo mejor y que aguantéis.


Una soldado de diecinueve años que prefiere guardar el anonimato


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A los alumnos del colegio árabe de Schmidt

La situación política y vuestra Intifada están empezando a desquiciarme. Todo eso me dejaría indiferente en otras circunstancias, pero el año que viene empezaré mis tres años de servicio militar; por lo tanto, me concierte muy personalmente.

En Israel, los de izquierdas no hablan más que de las víctimas palestinas; y eso me molesta. Cuando vuestros terroristas derraman la sangre de los nuestros, no se oyen reproches, ni acusaciones, ni siquiera una palabra de simpatía. ¿Por qué se ponen siempre de vuestro lado? (…)

¿Pero dónde? ¿De qué otro modo podríamos comportarnos, dada la situación actual? ¿Quién ha lanzado la primera piedra? ¡No lancéis más piedras!


Un estudiante del Liceo de diecisiete años


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A Lara

Sin embargo, en lo que concierne a las universidades y a las escuelas cerradas, permíteme que te diga que, antes de la ocupación israelita, no teníais ni una sola universidad; hoy tenéis seis. En cuanto al nivel de la enseñanza, el de hoy es muy superior al de antaño.

Vuestras universidades están cerradas porque en ellas se incuba vuestra rebelión contra nuestro Estado. Yo quiero vivir en mi Estado lo mismo que tú en el tuyo. Por lo tanto, me toca a mí vigilar para que no se hagan complots contra mi Estado, ni en el interior, ni en el exterior.


Ella, diecisiete años.


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A un amigo desconocido

En el encabezamiento de mi carta utilizo la palabra "amigo" -sin embargo, no somos amigos. Quizá lo seamos algún día, pero ahora mismo somos enemigos: yo, israelita, judío, tú, palestina.

Las tierras de este país están empapadas de sangre y toda esa sangre derramada nos da en qué pensar a nosotros los jóvenes. Pero los políticos israelitas y los palestinos cierran los ojos y no quieren escuchar nada.

En el transcurso de los últimos diez años, el pueblo judío ha tendido una mano pacífica a los palestinos, pero nos hemos quemado los dedos. Cuando las gentes de Shalom Arshan volvían de sus manifestaciones y escuchaban la radio, oían la voz de Arafat haciendo llamamientos a favor de acciones terroristas contra los sionistas con el propósito de liberar a toda "Palestina". Cuando habláis de las inocentes víctimas del terrorismo, no olvidéis a las víctimas judías.

¿Quién de entre vosotros alzó la voz cuando nuestros atletas fueron asesinados en los Juegos Olímpicos de Munich o cuando una bomba explotó dentro de un autobús en Jerusalén? La historia -tanto de la vuestra como la nuestra- está teñida de rojo por culpa de la sangre. El Gobierno israelita tampoco ha hecho nada para sacarnos de este callejón sin salida. Pero ahora, después de tantos años, incluso Shamir y Rabin están dispuestos a hacer un gesto por la paz. Dos pueblos a la sombra del mismo árbol: nosotros, los israelitas, en el Estado de Israel; y vosotros, los palestinos, en el Estado de Palestina.

El camino de la libertad es largo y difícil, es un largo y oscuro túnel. Pero, con la ayuda de Dios, la luz aparecerá final del trayecto. Os lo suplico, no enviéis a vuestros hermanos y hermanas pequeños a lanzar piedras contra los judíos (las piedras pueden herir y matar lo mismo que las armas). Y yo, no le permitiré a mi hermano mayor que les dispare a los jóvenes palestinos de mi edad, ni que le golpee. Rompamos al fin el círculo infernal de la fuerza, pongámonos juntos en camino -incluso aunque hoy el cielo esté oscurecido y nublado por nuestros gases lacrimógenos. Con la esperanza de alcanzar pronto el final del túnel, la luz.


Vuestro, Alon H., diecisiete años.